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c a f e t e r í a   "D a n i". 

Sus chinos habían sido un gran problema, acumulaban calor, sudor, y constantemente se enredaban, por eso, antes de irse a disfrutar de un buen desayuno, y de la playa un poco después, fue a cortarse el cabello.
Dejándolo corto.

En seguida, salió a buscar algo de comer. Ya eran las diez de la mañana, y él seguía sin nada en el estómago. Estaba hambriento. Así que, sin pensarlo demasiado, salió a recorrer un poco de Ixtapa, buscando en dónde desayunar. 

Pero, a pesar de la variedad y gran cantidad de negocios, no se le antojaba nada. Ningún desayuno le convencía del todo.

Entonces, pasó frente a una cafetería, y se podía ver claramente un amplio menú pegado en la pared. Alzó una ceja, y se sintió atraído por la imagen del té frío que adornaba la puerta de cristal. Quizás también había café frío... entró. 

Pudo admirar el interior. Paredes color rosa pastel, cinco mesas bien distribuidas, aire acondicionado que refrescaba el lugar, justo lo que Memo necesitaba. 

En la pared, pintado a mano y con letra cursiva pero legible, el menú. Nada caliente. Solo bebidas frías. Y fruta, además de helados.

Se acercó al mostrador, en donde una joven de cabello entre rubio y castaño lo atendió.

—Buenos días. ¿Qué le sirvo?—preguntó.

Memo le sonrió.

—Buenos días. Por favor, deme... —miró de nuevo el menú— un café frío, y un jugo de naranja.

La chica asintió, tecleó en la computadora rápidamente, e imprimió.

—En un momento le llevo su pedido. Tome asiento, señor Ochoa.

Guillermo no se sorprendió, pero, sí agradeció el hecho de que no se le lanzara como fan obsesionada. Tomó la última mesa, la más cercana al aire acondicionado. Necesitaba sentir frescura.

Unos minutos después, un joven moreno y con barba le llevó su pedido.  

—Aquí tiene.

—Gracias —Memo sonrió. Sacó su celular y tomó una fotografía.

No habían tardado nada en llevar lo que pidió, y, a pesar de reconocerlo, no se le lanzaron encima, ni cuestionaron nada sobre su divorcio. Los recomendaría en sus redes sociales, esperando ayudar. Además, les dejaría una buena propina.

Un poco después, antes de que pudiera terminar su café, la puerta volvió a abrirse, aunque esta vez, se quedó abierta.

—Te traje clientes.

Una chica de cabellos castaños y con una sonrisa enorme, entró, seguida de más o menos, siete personas que, claramente, no eran mexicanas.

—Order what you want to drink, I'll take care of translating—dijo a aquellas personas.

Por suerte, algunos extranjeros hablaban español, y no fue complicado ordenar lo que deseaban tomar.

Memo estaba animado. Continuó desayunando con calma, no importaba. Tenía todo el día para estar en la playa, o para disfrutar en la alberca, no tenía que complacer a nadie, solo a él.

Y, al estar tan concentrado en subir la foto de su desayuno fresco a redes sociales, no notó que aquella castaña políglota, lo miraba curiosa, y a la vez, con asombro.

(. . .) Al terminar, Guillermo le hizo una seña a la chica del mostrador, indicando que deseaba la cuenta para poder pagar, e irse.

—¡_____!—gritó—. Ve a cobrarle, por fa. 
La chica, con el rostro sonrojado, pero con seguridad, se acercó a la mesa del portero.

—Okey, son 20 del café y 30 del jugo de naranja—explicó, y entregó el ticket—. Son 50 pesos, señor Ochoa.

Memo asintió, y pagó con un billete de $100.

—Conserva el cambio. Es propina por el buen servicio —sonrió.

—Gracias...ah, señor Ochoa—le tocó el hombro con suma delicadeza, Memo creyó que preguntaría algo sobre su divorcio y se tensó—. No quiero molestarlo, pero, soy fan de su trabajo, y lo admiro como portero y persona en general. ¿Podría tomarme una foto con usted?

De inmediato se relajó, asintió.

—Claro que sí.

—Perfecto. ¡Dani, ¿me tomas la foto?!

Pronto, el mismo chico que le llevó el pedido, se hizo presente, y les tomó la foto. Memo abrazó por los hombros a la chica de baja estatura, y ella apenas y lo tocó por la espalda.

—Muchas gracias. Esperamos verlo por aquí más seguido. Vuelva pronto, disfrute su visita —se despidió, y se fue casi que corriendo hacia el mostrador, para mostrarle la foto a la chica que le había tomado el pedido.

Guillermo pensó en que, aquella chica, tenía un agradable olor a vainilla.


*****

segundo cap. 
la verdad es que no sé si alguien leerá esta historia, pero, si sí o si no, seguiré publicándola, para al menos leerla yo xd.  

<3 bai bai <3

Amor De Verano; memo ochoa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora