Durante un tiempo, las cosas mejoraron en el campamento mestizo. Al principio no supe por qué, pero si lo noté en el ambiente. Todos los demás semidioses estaban relajados y tranquilos, con un verano por delante que prometía calma en lugar de profecías anunciando el fin del mundo. Nuestra vidente, Rachel, disfrutaba con el cambio más que ninguna otra persona.
Para mi, una fiesta a mediados de julio era tentar al destino, pedirle a las Moiras que por favor arruinasen la felicidad que se había instaurado en nuestro pequeño rinconcito, pero tampoco quise preocupar a los demás ni quitarles ánimos. Además, yo mismo debía admitir que me había contagiado de esa serenidad que tanto complacía a todo el mundo.
Todo gracias a Tyson.
Era extraño. Primero pensé que Percy solo lo había llamado porque él tampoco podía controlar el agua y eso me haría sentirme mejor, pero lo que me ayudó de verdad fue lo fácil que resultaba estar con él. A pesar de su edad y su tamaño, Tyson se comportaba como un niño pequeño, incluso más pequeño que yo; según me habían contado, ningún cíclope era muy inteligente, pero no me importaba, porque tenía una inocencia en su actitud que yo echaba de menos. Se pasaba conmigo la mayoría del tiempo y me animaba de verdad cuando algo me salía mal a la hora de entrenar o si me quedaba demasiado rápido sin fuerzas para seguir.
Nunca lo admití en voz alta, pero Tyson era más hermano mío que Percy, aunque eso no hacía a Percy menos guay, solo más lejano. No era él quien solía ayudarme a recoger y limpiar la cabaña o el que me arrastraba, a veces literalmente, por el campamento para enseñarme algo increíble que acababa de encontrar. Seguía deseando parecerme al héroe que me había rescatado, porque era la imagen que cualquiera querría ser, pero también valoraba al gigante fortachón que siempre me arrancaba una sonrisa.
Las más grande de todas me la sacó la noche de la fiesta.
Reconozco que ese tipo de entorno no es para mi. Me pongo demasiado nervioso si estoy rodeado de tanta gente y tampoco es que bailar se me de muy allá, pero iba a ir todo el campamento, no quería quedarme fuera de esto. Me puse mi chaqueta estilo blazer, con un diseño más sencillo y casual, junto con unos buenos zapatos y una camisa. Se me hacía raro después de haberme pasado el verano únicamente con ropa cómoda para los entrenamientos.
Debido a la cantidad de campistas, la fiesta se haría fuera, al aire libre. Allí dentro nunca hacía mal tiempo y tampoco es que la Casa Grande, nuestro edificio principal, pudiera alojarnos a todos. Cuando llegamos, nos recibió un mar de cabezas que saludaban a Percy con entusiasmo. Cada uno de ellos buscaba un poco de su atención, pero él ya dedicaba todos sus esfuerzos a moverse entre el gentío, buscando a Annabeth. Tyson le siguió y yo aproveché el espacio que dejaban los demás para el cíclope para no separarme de su lado.
Por desgracia para mi, al detenernos fui testigo de una escena terrorífica: mi hermano mayor compartiendo saliva con su novia en un beso. Ante semejante espectáculo, me vi obligado a fingir que vomitaba unas cuantas veces como todo buen hermano menor, aunque nadie apreció demasiado el gesto, al que solo reaccionaron con pequeñas risas desganadas.
Mi cabeza fue quien hizo los honores de hacer la pregunta: «¿por qué no te quedas calladito?», a lo que respondí: «porque soy idiota y se me olvida».
—Bueno... ¿nos vamos a la pista o qué? —dijo Jason intentando romper el hielo, dándole un trago al vaso de plástico que tenía en la mano.
Esta vez actué con más cautela y tan solo les observé caminar, no quería incomodar a todo el mundo otra vez. En el momento en el que comencé a sentir esa presión tan familiar en el estómago, Tyson me dio un pequeño empujón que me hizo prestarle atención.
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El chico de la cabaña nº3
FanfictionUn nuevo hijo de Poseidón, Hayden Scott, llega al Campamento Mestizo después de que su "hermano" Percy Jackson consiguiera rescatarlo de las garras de una mantícora. Sin embargo, a pesar de las promesas de un futuro tranquilo y un nuevo hogar, adapt...