Una vez más calmados y relajados, Pedro y Luis dialogaron con los padres de Luis para trazar un plan de acción. Juntos, generaron una lluvia de ideas sobre los exámenes pendientes y las clínicas a considerar para realizar la intervención quirúrgica de Aminda lo más rápidamente posible.
Los padres de Luis ofrecieron consejos prudentes y reflexivos a Pedro, conscientes de que, a pesar de sus esfuerzos, el riñón probablemente provendría de fuentes poco convencionales.
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Los padres de Luis son personas extremadamente amables y objetivas, ambos criados en un barrio humilde y con limitaciones. Conocen a fondo la vida de Juancito y comprenden las razones que llevaron a los chamos al Callao inicialmente.
El padre de Luis trabajó como chofer para Juancito en varias ocasiones cuando eran más jóvenes. A pesar de ser el hermano mayor y de haber tenido oportunidades para alejarse del mundo delictivo o instar a Juancito a hacer lo mismo, optó por no hacerlo. Su decisión estuvo influenciada por las necesidades económicas de su familia en ese momento.
En una de esas ocasiones, mientras huían de un robo que habían perpetrado, el padre de Luis fue alcanzado por una bala perdida. A pesar de sus habilidades como conductor, lograron evadir la persecución. Sin embargo, al refugiarse, se percató de que había resultado herido en la pierna.
Evitaron acudir a un hospital para no ser descubiertos, pero Juancito logró contactar a un médico que proporcionó atención de primeros auxilios a la herida. A pesar de los esfuerzos médicos, quedó con una pierna coja que le impidió volver a conducir vehículos como lo había hecho anteriormente.
Actualmente, se dedica principalmente a gestionar un pequeño taller de reparación de automóviles, procurando que los vehículos que se reparen pertenezcan a propietarios legítimos. Sin embargo, ocasionalmente Juancito le proporciona un automóvil robado para que realice trabajos de chapa, pintura y transformación, con el propósito de utilizarlo en actividades delictivas o revenderlo. En este negocio, alguien debe encargarse de las tareas menos éticas.
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Un rato después, escucharon el claxon de un vehículo frente a la casa y reconocieron por el sonido que se trataba de Pablo y Robert. Los dos jóvenes salieron rápidamente para abrir la puerta. Al descender del automóvil, se les notaba una sonrisa notable y destacada, caminando con una ligereza que parecía hacerles levitar o caminar sobre nubes blancas.
—Hablen claro, andan es livianitos —inquirió Luis, mostrando su característica falta de tacto. Sin embargo, dado que los jóvenes están acostumbrados a su comportamiento, optaron por ignorar su pregunta, dejándolo en la incertidumbre.
A pesar de que Luis había tenido relaciones sexuales con Mariana en el pasado, sabía que ambos habían quedado satisfechos. Mariana era una mujer alta y delgada, con caderas pronunciadas y cabello marrón ondulado que llegaba más allá de su espalda, cubriendo completamente su trasero cuando estaba mojado.
Ella era extremadamente complaciente y atenta, mostrándose convincente en sus gestos amorosos y cariñosos, especialmente cuando se trataba de asuntos financieros. Sin embargo, cuando Luis estuvo con ella, no disponía de recursos económicos; simplemente fue (labia), su habilidad para expresarse con elocuencia fue su único recurso.
Con habilidad persuasiva, Luis logró convencer a esa mujer a pasar una noche con él. Dado que su presupuesto era limitado, optó por comprarle un refresco y un perro caliente, sin cebolla, como ella lo prefirió, en un kiosco cercano en lugar de pagar un motel. Posteriormente, la llevó a su casa para disfrutar de un momento agradable juntos.
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Pedro Calle. El Pran.
Ficção AdolescenteYo jamás quise ser un Pran, pero la vida me jugó una mala pasada y me envió a ese pueblo minero para aprender lo que era el malandreo, la muerte y la miseria de la forma más cruda y real. No todo ha sido malo y no me puedo quejar, después de todo, l...