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—No temas, siempre estaré aquí para tí ¡se fuerte, resiste!.—una exclamación que exige su presencia aún en esta vida, aun cuando quien las dice manifiesta un semblante de gran enfado en lugar de uno preocupado.

En aquella ocasión casi murió a manos de una bestia, con una herida que apenas se ve reflejada en su rostro y con el susto más grande de su vida se ha visto débil desde un plano paralelo, una vista desde el recuerdo más remoto en su ahora. Era como ver la escenografía de su mayor trauma, expectante aun cuando era protagonista. Desde ese punto y con una mente más madura ha disipado duda alguna de que aquel hombre que lo crio no era más que un extraño cumpliendo el rol de alguien que siempre estuvo ausente emocionalmente. Era más que eso, en el fondo de su ser siempre lo supo, era aquello que hubiese deseado tener en el momento y las circunstancias adecuadas. Una figura paterna, un padre.

—¡Padre!.—grito por lo alto asustando en el acto a su compañero de cuarto.

Era como si se hubiese despertado de una tórrida pesadilla, con el cuerpo aun tendido en el frío suelo por el pánico sufrido en ese momento, observa con inquietud su alrededor percatándose de la mirada preocupada de su compañero. Detestaba que alguien más lo viese de semejante manera, verse débil aun cuando hizo de todo para verse diferente a ello solo lo enfurecia. Aquel error infantil que tuvo no debía repetirse, no había ya cabida para más equivocaciones.

Por otra parte el tricolor, quien acababa de despertar por aquel grito desesperado de auxilio, observaba las emociones reflejadas en el rostro de su compañero. El miedo y la tristeza confabuladas con la ira y la desesperación eran emociones que difusamente se expresan pero que están presentes en una mirada confundida y asustada. Los secretos tras aquellos ventanales de color verde eran un enigma extrañamente atrayente, tras ellos un alma yace atormentada por sugestiones absurdas y complejos que no hacen más que daño. Quizá se equivoca pero creía fervientemente que algo así yacía tras aquel semblante fuerte y distante que mantiene frente a otros, la debilidad que supone el hecho de expresarse ante otros tal y como se siente es un mecanismo de defensa cuyo trasfondo aun es desconocido.

—¿Estas bien?.—se acercó con rapidez, su tono preocupado llama la atención del contrario que lo confronta con una molesta mirada.

—Alejate, estoy bien, solo es...es algo que no te incumbe, ocúpate de tus asuntos.—retomando la compostura y cambiando totalmente de actitud rechazo la ayuda amiga, no necesitaba de nadie más que no fuese si mismo, no la ha necesitado antes y no la necesitaría ahora.

Una idea errada creada en circunstancias inusuales y difíciles.

—Te ves asustado, se que hay algo que te atormenta, si deseas hablar con alguien puedes hacerlo conmigo ya que somos compañeros de cuarto.—dijo con amabilidad, un comentario que tomó por sorpresa al contrario, su expresión lo decía todo.

Fuese aquel pequeño palpitar extraño en su pecho o bien el calor de sus mejillas que lo pone tan incómodo como también podría ser el extraño reflejo de su ser en una mirada diferente a la que usualmente estaba acostumbrado observar en su rutina diaria, sea cual fuesen los eventos que ocurriesen en su interior no importaban en su ahora.

Ha pasado tiempo desde la última vez que había sentido tal sensación, un regalo siquiera ha manifestado la emoción que tanto había esperado en años de crianza aislada por parte de quien siempre veló por su seguridad. Siempre la tuvo, se castigó duramente cuando reflexionó sobre su vida en un momento delicado de su existencia.

Solo silencio, no había nada más que eso, alguien que espera una respuesta mientras que otro se mantiene aferrado a un complejo poco sano desarrollado por eventos que el mismo creó en su mente y que no muchos de ellos se dieron en realidad.

Egipel salió de la habitación con normalidad, al parecer la cerradura de la habitación que ambos compartian no estaba cerrada, quizá por su desesperación sus brazos se debilitaron y por ello no tuvo la fuerza suficiente para abrir la puerta o bien algo en su interior suprimió dicho actuar, algo que se relaciona con su profundo pesar.

Sumido en sus pensamientos y aun de rodillas sobre el frío piso de mármol escucha un alarmante llamado de auxilio que proviene del pasillo, era la voz de aquel tricolor, esa voz amigable que le tendió la mano y lo sigue haciendo, buscando una amistad que el no quiere brindar, no se cree capaz de cumplir un buen rol de amigo, no se cree merecedor de tal afecto.

—¡Ayudame Sirian!.—exclamaba con suma preocupación teniendo descansando entre sus manos la cabeza herida de Abdel.

Sirian se apresuró en salir de la habitación, su rostro se mostraba indiferente y algo molesto por tal petición, muy en el fondo estaba preocupado por el, aquella herida era pequeña pero bien que se le había formado un pequeño "bulto" en la frente, uno que era como un cuerno encarnado.

Se apresuro con la rapidez que podía camuflar, con preocupación daba un par de palmadas en su mejilla para despertarlo, tan sólo un idiota se daría un fuerte golpe con algo que el mismo sostenía, lo suponía cuando analizó el ambiente y encontró una pequeña mesita de noche tirada al frente suyo."Eres un completo idiota que cometió un error infantil" pensó mientras sostenía con delicadeza su rostro y rezaba por su bienestar.

Egipel había salido a buscar ayuda pero se percató de que la gran puerta del pasillo estaba cerrada por lo que estuvo como loco tocando la puerta esperando que alguien atendiera su llamado. Algo momentáneo dado que la Organización ya se encontraba justo detrás  de la gran puerta.

—¡Por favor, ayude a Abdel, sufrió un accidente!.—suplico llevando a rastras a la organización que lo miraba con extrañeza y preocupación.

Al avanzar más por el pasillo divisó al joven alado inconsciente sobre el regazo de Sirian, por su mente lo único formulado era una riña, una que se había descontrolado hasta tal punto en que alguien resultase herido. Se apresuró y observando con atención el lugar observo aspectos que no respaldaban su idea, en base a lo que con anterioridad había pasado con Abdel supuso algo que no escapaba de la realidad. Intentó escapar por una vía que bien sabia no era viable, un acto incompetente que bien podría poner en peligro su salud por el tiempo que haya estado en aquel estado.

La Organización realizó una pequeña llamada, una que fue respondida con la presencia de múltiples individuos que arrebataron a Abdel de los brazos de Sirian, además de ello Egipel fue citado a declarar lo que había ocurrido y en cuanto a Sirian fue citado por la organización a una pequeña charla en su oficina, quizá para despejar dudas o bien para reprochar su actuar. Sea cual fuese el motivo por el cual aquel individuo precisaba su presencia creía ciegamente que lo reprocharia, remedaria o inclusive lo recluiria en una celda por un tiempo de no más de dos días. Tantas opciones que están más alejadas de la realidad.

—Descuida muchacho, es para conversar un tema aislado al incidente de hoy.—alegó con tranquilidad, trayendo tranquilidad a una mente que de seguro había formulado ideas erróneas.

Era un niño incomprendido, al menos así lo veía. Un error de perspectiva que más adelante se le será revelado.

Tan sólo precisaba de alguien que logrará comprenderlo, de alguien semejante a el. Su otra mitad.

Tan parecida y tan diferente al mismo tiempo, un complemento prohibido, una bella historia que escribir, una digna de recordar.

➶ċǟʍɨռօֆ ċʀʊʐǟɖօֆ➷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora