005

36 10 10
                                    


Me sobresalte cuando sentí una mano en mi cintura y sentí como mi abdomen se contrae mientras una risa inunda la habitación, cerré el libro y me giré para ver esos ojos color miel que tanto amaba.

—¿Qué hacías? —beso mis labios suavemente y vio mi mano con el libro— le contabas nuestra historia.

—No, estaba recordando algunas cosas, cuando me regalaste el libro, cuando te partiste el brazo por mi culpa. —empezó a reír y escondí mi rostro en su pecho que vibraba por su risa— deja de reírte.

—Mírame. —negué y vi cómo se separo para tomar mi cara entre sus manos— no fue tu culpa además eso fue lo único bueno, para que me besarás y te dieras cuenta que era el amor de tu vida, —movió las cejas y golpee su pecho aprovechó para tomar mi mano izquierda y la miró así imite su acción— ves esa sortija, señora Vélez.

Teníamos treinta años, llevábamos cinco de casados, la niñez fue la más bonita. Tomarme de la mano cuando veníamos para la casa era su pasatiempo, en la adolescencia como a los 16 me pidió que fuera su novia a papá casi le da otro infarto, cuando nos graduamos del colegio le dije que en la universidad podía conocer mujeres más bonitas y no lo quiso así. Seguía viniendo a verme aunque eran cada tres meses, al término de carrera llegó un día de lluvía y se arrodilló en la puerta pidiéndome que no quería perder más tiempo y dejar ir al amor de su vida. Así que nos casamos y aquí estábamos esperando nuestro bebé que pateaba como futbolista.

—Nacimos para estar juntos.

—Te amo.

Íbamos a cerrar este momento tan mágico cuando llega nuestra pequeña terremoto gritando.

—No, no, noooo. —gire a verla y sus brazos estaban sobre su pecho mientras arrugaba sus cejas, creo que salió a Aura.

—Shayla, mi amor. —mi esposo se arrodilló y ella se acercó sin perder la seriedad del asunto— tienes que entender que soy el esposo de tu mamá, puedo darle besos cuando quiera. Ya lo habíamos hablado.

—No, no.

Mi hija seguía reclamando como ella sola, tenía 4 años, Shayla llegó un año después de nuestro matrimonio, fue la alegría más grande del mundo. Y ahora estamos esperando después de cuatro años a nuestro pequeño Jax, veía como mi hija peleaba con su padre y debía interferir o eran capaz de tirarse las mechas porque eran igualitos pero cuando quise hablar, abrí mis ojos al sentir presión. Y mi hija se fijó hasta que habló

—Má. pipi. —mi esposo la miró confundido— má.

—¿Quieres ir al baño? —negó y cuando quiso decirme algo volteó a mirarme, después al piso y se puso pálido— Carajo, respira Bruna.

—No me digas, pensé en ahogarme. Bryant, juro que si te desmayas otra vez, te va peor.

[>>>]

Veía a mi pequeño en mis brazos y como bostezaba mientras no imaginaba la magnitud de todo, gire a ver a mi esposo y lo vi mecer a Abril, nuestra pequeña gemela, sí, tuve gemelos, Abril se escondía detrás de su hermano que era más grande. Y sí, mi esposo volvió a desmayarse.

"Espere, señora Vélez, creo que debe pujar otra vez. Hice caso a lo que me dijo y sentí la presión de algo saliendo, un nuevo pujo y salió un nuevo llanto, una nueva vida. Felicidades, señores Vélez, tuvieron gemelos. Cuando me di cuenta sentí el golpe de mi esposo en el suelo"

—Son preciosos. —se acercó con nuestra hija y dejo un beso en la frente de nuestro pequeño— Jax Vélez Dimitri y Abril Vélez Dimitri. Gracias por darme a los hijos más hermosos, Bruna.

—Te amo. —iba a besarlo cuando escuchamos la puerta abrirse y entro nuestra hija— creo que te vieron.

—No, no, yo.

Mi hija corrió a la cama y mamá la ayudó a subirse con cuidado, abrió sus ojitos cuando vio a los dos bebés.

—Pero, hija.

—Sorpresa abuela, somos dos. —me miró y sus ojos se cristalizaron— Abril y Jax.

La señora Yenny entró al cuarto y se ahogó gritó.

—¿Son dos?

—Si mamá, eres abuela de tres.

—Bebés. —aplaudió Shayla.

Todos reímos en silencio y dejamos que mirara a los bebés, beso cada mejilla con delicadeza, mis ojos se llenaron de lágrimas, mis hijos eran hermosos. Shayla, era el vivo retrato de Christopher, Blanca, ojos miel pero con su cabello rizado, Abril y Jax todavía eran muy pequeños. Pero creo que salieron a mí, al fin. Todos estaban felices con los bebés, cuando vi a mi esposo acercarse y besarme con dulzura.

—Viste que si eras el amor de mi vida, Bruna, te amo y espero que la vida nos siga dando y presentando todo. —sacó un libro y me lo dio pero estaba vacío— En blanco, para que escribas nuestra historia. 

HOJA EN BLANCO - C.V [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora