Día 5

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Denver jugaba con un hueso de ula cerca de un árbol, mientras Jimin limpiaba la zona de este.

De vez en cuando, veía intercaladamente hacia la casa, pues Yoongi se encontraba leyendo en la sala.

En eso, se percató que él estaba viéndolo, y por inercia retiró su gorra sacudiendo su cabello, así como recogiendo las mangas hasta sus bíceps.

Rió en su interior. Estaba más que claro que quería impresionarlo de cualquier manera, pero no se atrevía a voltear para comprobar si lo seguía viendo.

Siguió haciendo su labor, pero no pudo contener su sonrisa cuando de reojo vio que Agust estaba viendo.

Dios mío, él nunca había tenido que recurrir a este tipo de cosas para llamar la atención de alguien. Pero con Agust, no podía simplemente acercarse y decirle que le atraía y que le concediera una oportunidad.

¡No podía!

Tenía miedo de que lo tomara a mal y perder su trabajo, y además su mente se bloqueaba cuando lo tenía frente a frente.

Después de unas dos horas, decidió tomar un break al terminar de ponerle comida y agua a Denver. Entró a la casa, la cual siempre estaba fresca a comparación del exterior, por el aire acondicionado.

Además, tenía impregnado el aroma del perfume de Agust. Olía a avena con miel. Muy exquisito y dulce.

Cuando se acercó hacia la sala, se dio cuenta que Agust ya no estaba sentado. Acostado en el sillón, en una posición relajante, se encontraba...dormido.

Su otra manito la tenía encima de su abdomen

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Su otra manito la tenía encima de su abdomen.

Por todos los cielos, ¿cómo es que podía ser tan bello durmiendo?

Sus rosaditos labios hacían un muy leve puchero, causándole un revoltijo a Jimin. Quien sin pensar en lo que hacía, se acercó y se puso de cuncliyas para verlo de cerca.

- Eres muy bonito... - susurró.

Secó una de sus sudorosas manos, y la llevó hacia el cabello de este.

Era tan suave y fino como lo había imaginado con solo verlo. Todo él era perfecto, demasiado hermoso...casi irreal.

Jimin siguió acariciandolo lo más sutil que podía, mientras admiraba sus hermosas largas pestañas, sus pómulos rellenitos, su nariz de conejito, sus finos y rosados labios...

Esos labios que le rogaban por un beso...

El corazón de Jimin le latía a mil, tanto así, que creyó que Agust podría escucharlo.

- Desearía que fueras mío. - Jimin ladeo la cabeza, mirándolo de una manera casi hechizante.

Agust se removió un poco pero sin dejar su posición. Jimin se quedó quieto, alejando unos centímetros su mano. Respiró aliviado cuando este siguió durmiendo.

Por inercia miró hacia afuera del ventanal, y descubrió que Denver los veía con la cabeza ladeada en curiosidad. Rió por lo bajo inevitablemente, haciéndole una señal con el dedo de que guardara silencio.

Se levantó, y antes de retirarse, sacó su celular y le tomó una foto. Si, quizá estaba muy mal aquello, pero no pudo evitarlo. Quería guardar aquella imagen y poder apreciarla cuando quisiera.











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