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—Innie, ¿Tienes todo?

Ese día se irían rumbo al campamento que tanto había insistido Hyunjin, hasta que convenció a ambos Yang, con algo de ayuda de sus dos amigos y el mismo director de su escuela, quién con toda su carisma había logrado que la mujer aceptara dejar a su hijo (lo que resultó en la parte más difícil).

Jeongin sólo asintió, ya cansado de responder esa pregunta por al menos quinta vez.

— ¡Jeonginnie! — habló Hyunjin, haciendo que los dos lo miraran—. Te olvidas algo.

— ¡Te lo dije, niño! ¿Qué harías si Hyunjin no se acordará de-?

— No me diste mí besito de buenos días— Hyunjin hizo un mohín.

La señora Yang comenzó a reír a carcajadas, y Jeongin se puso muy rojo, frunció el ceño con ganas, su madre no tenía que saber (o ver) los besitos matutinos de ambos.

Viendo que Jeongin no tenía intención de responder a sus demandas, Hyunjin lo atacó con cosquillas, y por más que el mudo lo golpeó para que se alejara, el rubio no le hizo caso.

Luego de un rato, se detuvo.

— ¿Ahora me darás mí besito?

Jeongin lo miró completamente enojado, levantándose del sillón, comenzó a caminar hacia su cuarto.

Hyunjin se apresuró en ir hacia él, atrapando su cintura en un abrazo cuando apenas había llegado al primer escalón, rumbo hacia el primer piso.

— Bien, Jeonginnn, lo siento— el chico mudo no dió señales de tener intenciones de siquiera verlo—. No te gustan las cosquillas.

Jeongin negó, reafirmando lo que había dicho su novio.

— No te haré cosquillas de nuevo, ¿Me perdonas? — por más que no lo pudo ver, Hyunjin hizo un puchero.

Jeongin se volteó para mirarlo con algo de diversión en los ojos, Hyunjin no separó el abrazo.

El escalón hacía que tuviera que ver hacia abajo, por primera vez, Jeongin sé sintió más alto.

Con una sonrisa, el mudo se inclinó hacia él para besarlo, con lentitud, movimientos suaves y lleno de amor.

Las pequeñas manos de Jeongin fueron hacia las mejillas de Hyunjin, acariciandolas, provocando una sonrisa en el rubio.

Una repentina luz los hizo separarse, cortando (arruinando) todo su beso.

— ¡Mierda! — la señora Yang insultó sin querer—. Tenía activado el flash.