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Leandro tenía trabajo atrasado debido a su ausencia del último mes y medio, por lo que había elegido quedarse en su oficina durante algunas horas para adelantar lo más que pudiera.
Paulo por su parte continuaba sentado en el regazo del mayor, abrazado y dejando reposar su cabeza en la curvatura de su cuello y hombro.

—¿Tenés sueño, corazón?— preguntó con un tono suave, en la oficina había tanto silencio que no quería perturbarlo.
El menor ante su pregunta solo asintió y a su vez se acomodó mejor en su lugar, dispuesto a dormir y usar a Leandro como colchón, este simplemente soltó una risa y continuó con su trabajo.

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Leandro tecleaba con rapidez en su computadora, ese iba a ser el último trabajo que realizaría en el día, y después se iría a su casa junto a Paulo, el cual seguía totalmente dormido entre sus brazos.

En cuanto terminó guardó los archivos y se dispuso a cerrar la computadora, se acomodó mejor en su silla y con lentitud acarició la cintura del menor por debajo de la remera negra que este llevaba.

—Pau, tenés que salir y yo voy después— a su vez repartía pequeños besos en uno de los cachetes ajenos. —Dale y vamos a mi casa, te quedás a dormir allá—

A base de movimiento lentos se levantó de su lugar con cara de dormido, lo que causó ternura en el mayor, y una pequeña sonrisa se asomó por su rostro.

—Te busco acá a la vuelta en el auto ¿Si?—

Mientras se refregaba los ojos asintió, tomó su mochila y salió de la oficina rumbo a la salida de la universidad, para su suerte no había prácticamente nadie, solo gente de limpieza quienes pasaron por completo de su presencia.

Caminaba con lentitud por las calles, ahora estaba más despierto y ya no andaba con cara de sueño. Debía hacer tiempo hasta que Leandro llegara, por lo que decidió entrar a una panadería en busca de algunas facturas y bizcochos para comer mientras tomaran mate, eran casi las tres y media de la tarde y ninguno había comido nada.
En cuanto entró al local pidió media docena de facturas y unos cuantos bizcochos, pagó y se dedicó a esperar.

La ayuda que Leandro le había estado dando con el dinero lo había salvado, antes tenía deudas con cinco personas diferentes, ahora solo tenía una, su renta seguía atrasada pero de todos modos había pagado más de la mitad.
Le debía mucho al mayor, aunque ya no se sentía bien al recibir su dinero, mucho menos después de que el otro le haya dicho que también le gustaba, no quería aprovecharse de eso para tener un beneficio para él. Su teléfono sonó en el bolsillo, mensaje de Leandro.

leandro paredes:

Pau, dónde estás?

paulo:

estoy comprando algo de comer en la panadería de la esquina, ya salgo.

Su pedido estaba listo, lo tomó luego de agradecer con una sonrisa a la chica del otro lado del mostrador salió del local en busca del auto blanco de Leandro, cuando lo encontró se dirigió al mismo para abrir la puerta y sentarse en el asiento del copiloto, mientras se acomodaba el cinturón Leandro encendía el auto y empezó a andar. 

 (+) 

Cuando llegaron Paulo se dispuso a preparar el mate mientras que Leandro sacaba las facturas de la bolsa para dejarlas en un plato acomodadas, en cuanto estaba por arrugar el papel para desecharlo notó que este tenía algo escrito con una bonita caligrafía junto a un pequeño corazón, era un usuario de Instagram de una mujer, su ceño automáticamente se frunció. Paulo notó aquello, por lo que se acercó a ver que era lo que miraba con tanto enojo el mayor, al notar el usuario levantó una de sus cejas confundido, hasta que recordó que la chica que lo había atendido en la panadería tenía el mismo nombre en el gafete que llevaba colgado. 

Qualifications And Sex | Paulo Dybala x Leandro ParedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora