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Había una casa vacía, solitaria, no muy decorada, solo un cachorro y dos gatos intentando despertar al pelimodaro, se puso de pie agotado, no dormía en toda la noche.

-Ya voy chicos.. Esperen...

Tomó sus lentes y se dirigió al baño para remojar un poco su cara y cambiar las vendas de sus brazos, toda la extremidad malherida, soltó un suspiro, aveces pensaba en dejar de ser padre, pero se preocupaba por ser un ejemplo al camino de dios. Y quería serlo, por el, su familia, y su pueblo.

. . .

Como todas las mañanas esperaba a que todos llegaran a misa, generales, cocineros, médicos, era un lugar pequeño, pero con gente tan gentil. Dio inicio con unas palabras, algunos versículos bíblicos y acabo dando una oración.

-Que el señor este siempre con nosotros, y que nosotros estemos siempre con el ..

Todos se habían retirado, a excepción del sargento caricias, que lo observaba en silencio, era un gran compañero, bajo las escaleras del lugar y con su rostro sin demostrar expresión alguna suspiro.

- Buenos días sargento caricias, casi nunca vienes a misa, es alguna ocasión especial?

- No, solo acompañaba a las tropas, pero creo que vendré más seguido a verlo.

- Me parece bien, aveces hay que pedirle a nuestro Dios nuestras necesidades emocionales y apoyo

Mientras el padre se iba el sargento se quedó viendo al morado por unos segundos, le siguió el paso para dirigirse al campamento, ahí estaban todos, el padre observaba desde una colina había un hermoso aire fresco. Nuevamente el sargento se acercó con el padre.

- Necesita algo señor Caricias? O una conversación?

- Si, es aburrido ver cómo ellos suelen fracasar, pero algunos son expertos mira como les dan al blanco, esas criaturas serán exterminadas algún día, lo se,,

- Algún día Caricias, por el momento hay que relajarse y volvernos uno con Dios y nosotros mismos. ..

- Padre quiere almorzar con los demás? Nunca sale de casa, le viene bien un respiro

- Ayudaré en la cocina, no tengo hambre

El mismo se retiró en silencio con su cara neutra, aun así el sargento mantenía su papel como tenía que ser, cruel y firme, aunque a pesar de ello quería mucho a sus soldados.

. . .

El padre ayudaba en la cocina, habían esa horrenda comida, pero como este también odiaba ese alimento decidido esconder arándanos entre esa polenta rara.

Todos los del campamento se quejaban una y otra vez de la comida de siempre hasta probarla, tenían deliciosos arándanos, estos se deboraron toda la comida.

- Que le pusiste padre?

- Nada señor caricias, solo unos arándanos, tienen nutrientes y son deliciosos

- Ellos deben aprender a sobrevivir sin esos arándanos...

- Pero están felices de comer bien no crees? Preocupate por ellos también...

El sargento soltó un suspiro, al cabo de unos segundos el sargento se había ido con el grupo junto al padre, se hacía de noche y todos se iban a dormir.

Empezaron las carcajadas, el sargento empezaba a gritar, se oían a todos reír el padre entró y gritaban "Meón" al gordi, el padre solo un suspiro y pidió silencio.

- Que inmaduros, reírse de un joven que todavía intenta madurar, en vez de reírse como unos idiotas deberían guardar silencio e ignorar el asunto

- Ignorar el asunto?! Es inaceptable! Se ha hecho-...

- Yo fui el botón padre, yo he delatado a Gordi

- Pequeño hijo, aveces la verdad no es buena... Ve y ayuda a tu hermano, regresen todos a sus camas

El sargento estaba enfadado con el padre, pero como podría estar enojado con el?... Era tan... Hermoso... Internamente se preguntaba si algún día podía estar con el... Pero no podría... No sería digno

Ser digno... [Caricias×Padre] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora