Éxodo

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Versículo I: Abre tus ojos

Al momento que el mundo se oscurezca, las 7 luces deben unirse para luchar con el enemigo dudoso y el real. Al final la luz y oscuridad en equilibrio estarán

-Profecía del oráculo- 

La cantina se llenaba a esa hora, cada mesa tenia vasos con licor y los músicos amenizaban el ambiente con su sonido. Helgar había llegado desde el norte, con su barba dorada junto con su receta especial para fabricar Birrah. Muchas personas del reino buscaban la oportunidad de probar el único néctar de su tienda, incluso el Tlatoani tenia una reserva en su bastión. 

El cantinero se regia por una fuerte filosofía: ¨Dale de beber al que tenga sed¨. Solo existían dos personas en todo el reino con la rutina de entrar cada día a la misma hora por su puerta, cada uno de ellos gastaba millones en bebida sin pensarlo. Y la risa detrás de la puerta advertía su llegada. El primero que entro tenia un toca de piel manchada al rededor de su cuello sujetada con cadenas, unos brazaletes y pantalón de cuero negro, tenia una cicatriz en el ojo derecho que intentaba ocultar con un sombreado oscuro en torno a sus ojos, su mentón tenia un bigote suave y arreglado, sobre su boca un bigote se estiraba acompañando sus carcajadas.

Detrás de el, venia un sujeto un poco mas alto, sin camisa y con un tono de piel oscuro cubierto por diversos tatuajes de color blanco, de su cintura caía una especie de taparrabos de color verde selva que terminaba en unos aros plateados sobre sus tobillos; en su espalda se veía un Machuilt con destellos dorados y su pello cortado trenzado terminaba en una cola de caballo.

-Salute querido Helgar- Dijo el primero - Tenemos sed ¿verdad? - Volteo a mirar a su compañero, el cual asintió con la cabeza

-Salute, claro que si, siempre tendré lugar para ustedes dos - Les indico unas sillas frente a el. Ellos se sentaron. Comenzaron a beber y charlar.

-¿Escuchaste sobre el nuevo caído?- Dijo un hombre en una mesa cercana, le dio un sorbo a su bebida

-Pensé que ya no caerían mas. siento lastima por el- Le contesto su compañero

-¡Momento!- Grito el barbudo- ¿Saben donde esta?- Pregunto sentándose junto a ellos

-Lord Aren, es un placer contar con su com...- El primer sujeto se levanto y realizaba un reverencia, que fue interrumpida por el lord

-Deja las formalidades y di donde vieron al caído- Insistió  

-Esta mañana oí a unos mercaderes que venían desde Ocelocatl. Ellos vieron al caído, a las afueras del pueblo- 

-Perfecto- Se levanto y termino su bebida de un trago- Tlaloc, nos vamos- El otro hombre que había entrado con el, dejo la barra, agradeció con un gesto al tendero y salió detrás del Lord.-Amigo, prepárate para la cacería- Soltó una carcajada y cerro la puerta tras de el.



Martzeli empujo dos puertas de madera, tan altas como 3 hombres, la luz desde su espalda ilumino una habitación, silenciosa. En el centro había una silla rodeada por un tribunal de madera oscura con espacio para 7 sillas. Cada una de ellas tenia su respectivo tapizado, para representar a la persona que debía ocuparlas. En el centro de ellas, una vela alumbraba un libro de color negro, con hojas amarillas por el tiempo y su lector que se encontraba absorto por la lectura no se percato del visitante quien corriendo subió por un costado y se acerco lentamente al lector.

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⏰ Última actualización: Mar 07 ⏰

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