Genesis

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Versiculo I: El joven solitario

Entre las cortinas se filtraba la luz de la mañana, el bullicio de los animales aumentaba y era imposible que cualquier persona en la casa permaneciera acostada en la cama, mucho menos durmiendo.

Sentado en su cama observaba como su gato, piraña, jugaba con un ratón de juguete. Tan pronto se levantó encendió la radio y mientras la oía, deseaba...

...Quiero saber de una vez

Que es lo que ha pasado aquí

yo no supe muy bien...

Su corazón, su mente y su cuerpo; tenían un solo deseo, un anhelo tan profundo como el instinto natural de vivir...

...Una mentira ideal

vale más que una verdad...

Por más que intentara ocultarlo, su padre y su hermano sabían perfectamente lo que sentía ese día. Compartían ese anhelo, ese infinito impulso...

...Mis problemas no terminan aquí

Que me queda por hacer, no se

talvez deba colgarme de una vez...

- ¡Una interesante canción la que escuchas! - Exclamo su hermano- Diría que es bastante adecuada para este día. ¿No crees hermanito? -

- ¿Padre ya salió? - Pregunto él cambiando el tema-

-Claro que sí, te dejo dicho que pasaras por la caseta luego de alimentar a los marranos- Apagó la radio- Parece que hoy hay muchos turistas-

-Ahora lo hago, muchas gracias David- Respondió, en su voz había incomodidad y enojo.

Cerró la puerta luego de que su hermano se fue y encendió la radio nuevamente, con un volumen más bajo para que su hermano no lo oyera.

Se cambio de ropa y bajó a la cocina, vio a David sentado, mientras leía un libro antiguo que su madre le había regalado cuando era un niño.

- ¿Sigues leyendo ese libro? - Le interrumpió mientras organizaba el desperdicio para los animales- Es un cuento para niños, deberías leer cosas más interesantes-

-Es lo poco que conservo de mamá, no me jodas Jon y ocúpate de lo tuyo-

John molesto por la actitud de su hermano camino hacia la pocilga, donde tenían cerca de 15 marranos, la vida del campo era bastante sencilla y calmada, usualmente su padre y su hermano salían al cañal o al platanal mientras que el y piraña cuidaban a los animales de la granja.

-Buenos días mi niño, ¿Cómo estás? - Le saludo la señora Gladis desde la cerca que delimitaba las granjas.

-Buenos días, igual que siempre...-

-Tu padre ya salió, ¿Verdad? - Preguntaba, mientras cruzaba entre los alambres, John asintió y lanzo el ultimo pedazo de desperdicio que tenía. Sacudió sus manos y la acompaño hasta el interior de la casa...

-Discúlpenos, pero estos días no ha hecho un buen clima y hemos ensuciado demasiada ropa-

-No te preocupes- Respondió ella mientras se colocaba un delantal-la vida del campo en ocasiones se complica- Comenzó a lavar y organizar la cocina. Ella era una señora de unos 50 años, baja y rechoncha. Tenía un cabello rizado y corto, de color café oscuro, acostumbraba usar lentes y su pasatiempo favorito era coser y leer libros antiguos. Vivía en la finca vecina y de vez en cuando les ayudaba a organizar la casa, cocinar o cuidando a piraña cuando John debía trabajar.

UnderWorld: El consejo de los 7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora