Un poeta que no sabe escribir

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-Rojas eran las.. No... Obscuras estaban... Eso tampoco.-suspiré mientras masajeaba mis sienes-.¿Qué tan difícil puede ser escribir un poema?

-No más que posar la pluma sobre el papel y dejar que los trazos fluyan.-dijo una voz grave detrás de mí.

-Maestro Von, ¿qué hace aquí? Pensé que tenía una audiencia con el Rey.

-Solo quería ensayar por octogésima vez la ceremonia de presentación del futuro Rey.-dijo mientras apoyaba la espalda en un pilar con los brazos cruzados.

-Y me parecen pocos ensayos con lo exigente que es el rey Alister.-«La hiperfijación debe ser de familia.»

-¿Qué tienes ahí?-preguntó señalando la hoja que reposaba sobre mi escritorio.

-Solo es un intento de describir una flor que vi ayer en el valle de Venus.

-¿Cómo era la flor?

-La dibujé.-saqué de mi bolsa un cuaderno con tapa de cuero del que colgaba un cuarzo amarillo. Este fue un regalo de Alioth por mi vigésimo cumpleaños.

-Una cosmos atrosanguineus. Excelente representación como siempre, Lana.

-Sí, pero de qué sirve si no puedo plasmar en palabras lo que significa para mí su belleza.-repliqué.

-¿Por qué te empeñas tanto en expresarte en un lenguaje que te resulta vacío?

-Se supone que soy poeta... Por definición debería saber expresarme en cualquier lenguaje.

-Por definición deberías entender tu propio lenguaje. Los poetas vivimos cautivos de una realidad efímera que nos obliga a plasmar con palabras entretejidas artísticamente, aquella realidad que se desvanece como un sueño. Capturamos la esencia, unimos palabras que no se esperan juntas y, con un milagro, conseguir perpetuar esa realidad en la mente de quienes están dispuestos a escapar a una realidad atemporal.

-¿Acaba de improvisar esa definición?-cuestioné sin ocultar mi asombro.-Yo no creo ser capaz de conseguir que esta pluma transcriba todo lo que usted acaba de decir.

-Esa pluma ya hizo el trabajo que le exiges. Hay más de una forma de expresar nuestro arte, Lana. ¿Por qué no lo ves en...?

-¡Maestro Von!-interrumpió la voz agitada de un hombre envuelto en un traje demasiado costoso como para arrastrarlo hasta esta polvorienta biblioteca.

-Canciller Wilson, ¿qué sucede?-preguntó mi maestro con sobresalto.

-¡El príncipe Alioth ha desaparecido!-intentó exclamar entre jadeos.-Se ha recorrido cada rincón del palacio, pero no hay ni rastro.

-Respire Canciller.-dirigió su mirada a mí desconcertado.-¿Sabes en dónde puede estar?

-¿No lo vio usted en el ensayo?-«Demonios, Alioth, tenías que hacerlo hoy.»

-Lleva desaparecido desde esta mañana, su servidumbre personal no lo ha visto desde anoche y los guardias que custodiaban su puerta no lo han visto salir.

-Porque no salió por la puerta.-murmuré.

-¿Dijo algo señorita Lana?

Corona, Pluma y Espada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora