Capitulo 4

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Narra Harry

-Todo listo jefe - Oí la voz de uno de mis compañeros a mis espaldas. Me voltee a verlos.

- ¿Y?- pregunte impaciente.

- Fue todo un éxito - Respondió Andre. Sonreí satisfecho y extendí la mano hacia ellos. Zayn suspiro y deposito el gran fajo de dinero sobre mi palma de mala gana. Prendió un cigarrillo, le dio una calada y expulso la nube de humo en la cara de Andre. Este lo miro y le saco el dedo del medio.

Conté los billetes, asegurándome de que no faltara nada.

- Bien hecho -

- ¿Y nuestra recompensa? - Protesto Zayn. Enarque una ceja y les lance su parte del dinero. Guarde el resto en el bolsillo de mis pantalones.

- Listo ahora, lárguense -

Sin decir ni una palabra mas el par de chicos salio de la habitación, dejándome con mis ensimismamientos.

Camine hasta la silla giratoria del pequeño almacén abandonado, del cual me apropie y me senté. Gire de un lado al otro aburrido. Hasta que en mis pensamientos apareció ella, la chica escurridiza que siempre se sale con la suya y se escapa. Era bastante atractiva de estatura media, delgada, cabello largo y castaño, sus ojos color café. No podía negarlo me atraía. Desde que la vi por primera vez en el supermercado había llamado mi atención.

Pero yo no buscaba una relación, no la necesitaba. Toda mi vida me las he arreglado solo y eso no iba a cambiar.

Me levante y me puse mi chaqueta dispuesto a marcharme.

- Styles - Una alguien me llamo. Esa voz. Puse mi atención en el hombre que se encontraba parado cerca de la puerta. Le sonreí con suficiencia.

- Mawson -¿Que te trae por aquí? -

- Vengo a buscar lo que es mío - Solté una risita sin humor.

- ¿Lo que es tuyo? -

- Si, no te hagas el idiota Styles - Hicimos un trato y yo lo cumplí ahora dame mi dinero -

- Yo no soy un hombre de palabra y lo sabes, deberías haberlo pensado mejor antes de aceptar -

El medito mi respuesta y largo una risita forzada.

- Esta bien si no me vas a dar lo que me pertenece...

Se acerco a mi y me dio un puñetazo. El golpe me dejo aturdido pero me recupere enseguida. Mi puño rápidamente choco contra su cara una y otra vez hasta que cayo al suelo. Balancee mi pierna hacia atrás y le di una patada en el estomago. El sujeto tosió ensuciando el suelo con su sangre.

- Esto es lo que pasa cuando te metes con Harry Styles - Saqué el arma que tenía guardada en la cinturilla y apunte a su pecho con ella.

- ¿Tus últimas palabras? -

- Sin duda eres igual a tu padre -balbuceo débil con una pequeña sonrisa.
Fruncí el ceño y dispare sin miedo alguno, ¿Como se atrevía?

Guarde el arma en donde se encontraba antes. Arrastre el cuerpo ya sin vida hasta el callejón fuera del local y lo tire a un basurero.

Volví a lo que yo llamo mi lugar. Agarre las llaves, el celular y me dirigí a mi coche.

Era una noche lluviosa, el delicioso aroma a tierra mojada inundó mis fosas nasales. Las gotas que caían del cielo empapaban todo el cristal.

Conducía a toda velocidad por las frías y oscuras calles de Londres. Encendí la radio con la esperanza de poder huir de mis cavilaciones acerca de lo último que dijo ese hombre.

Estacione el auto frente al viejo edificio que parecía que se iba a derrumbar en cualquier momento. Salí del auto y me apresure a entrar para no mojarme. Subí corriendo los escalones y abrí la puerta de mi departamento.

Fui directo al baño, me despoje de mi ropa metiéndome en la regadera. Al terminar envolví mi cintura con una toalla. Me puse una camiseta blanca y unas bermudas que saque de la cómoda de mi habitación.

Tome la bolsa de papitas de la mesa, me senté en el sofá negro frente al televisor y lo prendí.

-Eres igual que tu padre - susurro una voz - no te engañes a ti mismo, sabes que es verdad - ¡No! exclame - Lo eres Harry, eres igual que tu padre - ¡Cállate! tape mis oídos con la almohada queriendo que esa voz se detuviera. - Lo eres Harry, lo eres - Repetía cientos de veces sin parar.

Abrí mis ojos de golpe con la respiración agitada. Me incorpore en la cama y pase una mano por mi frente limpiando el sudor.

Yo no quería ser como mi padre, no quería ser como ese hijo de perra que arruinó mi infancia, que me convirtió en este monstruo en el que soy ahora. No, yo no era así. Pero muy en el fondo sabía que lo que susurraba esa extraña voz era verdad.

Salí de entre las sabanas y me metí en el baño. Abrí el grifo y me moje la cara, mire mi reflejo: tenía el pelo revuelto y los ojos hinchados por la falta de sueño.

Ya estaba acostumbrado a las pesadillas no era algo con lo que no podía vivir. Esos malos sueños que me perturbaban cada noche ya eran parte de mí y no podía hacer nada para deshacerme de ellos.

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