II

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Cuando los abuelos se enteraron, luego de una larga pausa llena de tensión, sonrieron. La abuela Hellen dijo que, aunque no se le hubiese pasado por la mente, a veces las cosas solo pasan, debemos aceptarlas y, en lugar de sentirnos mal sin conocer bien su naturaleza, dejarlas ser y ver qué quieren enseñarnos, teniendo en cuenta que por algo han llegado a nosotros.
Mamá no estuvo de acuerdo enseguida, pero, luego de cortar la llamada, unas horas más tarde, cuando se encontraba en su cama viendo el techo, colocó una mano sobre su barriga y, por primera vez, habló conmigo.

-- No creo que hayas arruinado mi vida...-- comenzó diciendo y, aunque yo era muy pequeño aún, podía sentir todo lo que sus palabras escondían, ya que su corazón me lo hacía sentir. Y si, ella, en realidad, no me veía como un estorbo.

-- De hecho, creo que eras lo que me faltaba para seguir luchando... Por algo estás aquí.-- dijo, y luego cerró los ojos con fuerza, su corazón dolía y sus lágrimas comenzaron a dejarla en cantidades importantes. Lloró un rato hasta que se quedó dormida.

En aquel momento yo no entendía bien por qué mamá estaba tan triste, lo había sentido desde que llegué a ella pero jamás lo habló en voz alta así que, por más que pudiera percibir sus emociones al estar enlazado, literalmente, a ella, no podía leerle el pensamiento. Y mucho menos estaba tan conectado como para saber qué había pasado o quién había sido mamá antes de mi.
Solo sabía que había algo que la agobiaba y no la dejaba ser feliz...



...




-- Muy bien, Alex. Porque no te recuestas en la camilla, subes tu camiseta y desprendes tus baqueros, ¿Está bien?-- era la señorita Margareth, ella le había dado la noticia a Alex de que esperaba un bebé y la acompañaba desde entonces. Alex solía quedarse muchos días en su casa donde, deduje, también vivía Tatiana, amiga de mamá.

Margareth y Tatiana eran dos de las personas más emocionadas por mi llegada, solían acercarse y hablarme durante largos momentos durante el día y la noche. Me contaban cosas, bromeaban con mamá y también hacían planes para cuando yo estuviera fuera y pudiera salir a pasear sin un cordón umbilical que me sujetase. Reconocía sus voces en cualquier parte y me agradaban.

Aquella mañana mamá supo que se trataba de un niño. Así es, un bello niño. Aunque yo ya lo sabía, no sé por qué Alex no pudo darse cuenta antes, siempre se lo dije con patadas cada que me hablaba y se refería a mi como "princesa".

Alex, casi siempre, se sentía muy cansada cuando iba a clases y no podía rendir lo suficiente como antes. El productor nunca la pudo escuchar ya que ella no tenía la fuerza como para acabar un ensayo y el hombre era de estar muy ocupado siempre yendo y viniendo, viajando por diferentes partes del mundo. Su presentación nunca pudo completarse y fue entonces cuando su sueño comenzó a estancarse.

La tristeza que sentía se podía percibir cada vez más y ya no oía, cómo siempre, la melodía del violín por la mañana o la tarde. Ella había dejado de asistir a clases  y ya no tocaba en casa como siempre, se dedicaba a trabajar, pero esta vez sabía que era por mi. Siempre estaba pensando en voz alta y quejándose de que, por más que trabajara y trabajara, una cuna estaba realmente fuera de sus posibilidades y se preguntaba mucho cuánto tiempo me duraría la talla del pañal para saber cuánto comprar de cada una antes de que los precios se elevaran a las nubes. Era muy organizada y le gustaba tener todo listo para que la situaciones no le cayeran de sorpresa, así que solía estresarse un poco.

En aquel lugar donde vivíamos estaba sola, Tatiana se había ido a vivir a Londres gracias a la audición que sí pudo tener con aquel gran productor, y aunque le escribía seguido, Alex no sentía su compañía cerca. Sin embargo había alguien, un tal Jeremiah que solía acompañarla a casa y visitarla seguido. La hacía reír mucho y Alex, cuando estaba junto a él, no pensaba en lo sola que se sentía o cuán lejos de casa estaba. Era un tipo agradable y hacia que el corazón de mi mami tuviese un cosquilleo especial. Yo sabía que él no era mi padre, algo me lo decía, sin embargo, deseaba que lo fuera puesto que parecía un buen tipo.

No sabía quién era mi padre, Alex no hablaba sobre eso y, cuando alguien quería abordar el tema, Jeremiah -si estaba cerca- lo interrumpía y decía qué, a veces, las cosas no son tan relevantes cómo parecen y que es mejor atender nuestra propia vida. Deduje que era algo complicado, podía sentir el alivio de mamá al tenerlo junto a ella. Jeremiah era bueno, y mamá lo sabía.

Margareth nos preparaba riquísimas cenas y almuerzos, Jeremiah se aseguraba de que estuviéramos bien y  acompañados todo el tiempo, Tatiana nos hacía llegar su cariño cada mes con regalos y cada día con mensajes y video llamadas, pero nadie podía quitar la tristeza del corazón de Alex cada vez que llegaba la noche y se encontraba a solas conmigo, en una gran habitación que, en realidad, no era aquella en la que descansaba de niña. Su cabeza se llenaba de dudas amargas y recuerdos aún más agrios, sus ojos derramaban lagrimas y su corazón se comprimia y frotaba su mano sobre su vientre. Yo quería decirle que todo estaría bien, que sola ya no estaba y que nadie la amaría tanto como yo. Pero Alex no podía escucharme.

-- Es la melodía más triste que he oído jamás -- dijo una vez Jere mientras ingresaba al cuarto de mamá con aquel antojo que ella había publicado en Twitter que quería. Algo que solo se encontraba del otro lado de París, pero así era el gran Jeremiah, siempre corría riesgos, o kilómetros infinitos, para que nosotros fuéramos felices en todo momento.

Sentí a mamá sonreír amargamente y, mientras tomaba asiento, comenzó a desempacar la comida que, por cierto, olia fantástico.

-- Hace mucho que no tocaba, la verdad. Creo que mis dedos se han oxidado.-- oi a Jere reír.

-- No, eres magia, tus dedos jamás podrían olvidar el movimiento que haces con ellos al tocar.--Dijo.-- Yo creo que es algo más. Algo que te duele o preocupa. Dime, ¿Cuál de los dos?

-- Es una obra conocida.-- dijo Alex mientras negaba con la cabeza sonriendo, luego se llevó un poco de comida a la boca.

De verdad que era algo único, no sabía cómo se llamaba lo que comíamos ni qué aspecto tenía, pero olía y sabía delicioso.

-- Vamos, Alex.-- le ánimo su amigo.-- No es una obra conocida, estabas improvisando. Cómo recordando o lamentando...-- entonces Jere pareció entender algo que no pude percibir, pues aquello que Alex estaba devorando era exquisito.

-- Estabas recordando la noche del...-- Dijo Jeremiah despacio, cómo temiendo decir algo que hiciera que Alex se quebrase en mil fragmentos pequeños y diferentes.
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-- Entonces...-- mamá comenzó a hablar.-- ¿Cuánto te debo?-- pero Jere ya no habló. Se limitó a negar con la cabeza y ambos fingieron que aquella conversación nunca había existido.

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⏰ Última actualización: Apr 14, 2023 ⏰

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