Diego deja caer con pesadez su maleta deportiva al piso, su cuerpo se siente pesado y cansado, siempre procura que antes de entrar a su casa esas emociones se vayan pero esta vez le es imposible hacer eso. Sabe que su agotamiento no es debido al entrenamiento, no, su malestar físico se debe al estrés emocional al que está sometido desde hace más de tres meses; su “fracaso” en Europa, su llegada a México y todo lo que se le armó cuando se supo que firmaría con el tigres y no con el América.
Todo México se sentía con el derecho de juzgar todo lo que hacía, desde su comienzo en el mundo del fútbol los aficionados no paraban de hacer comentarios despectivos hacia su persona y ahora, con todo lo que estaba sucediendo los comentarios habían aumentado, claro que él no los tomaba en cuenta, pero a veces le era inevitable leer todo lo que la gente decía de él y en el proceso su autoestima salía dañado.
Lleva su mano hasta su trapecio y comenzar a moverla en círculos para poder calmar momentáneamente el dolor muscular que siente, la fisioterapeuta del equipo le había dicho que eso dolor era más por estrés que por alguna clase de lesión, la muchacha le había recomendado ir con algún masajista o algún quiropráctico ya que ella no podía atender ese tipo de molestar.
Diego había hecho caso omiso a la recomendaciones de la mujer, pero debido a todo lo ocupado(que realmente era el cansancio que sentía)estaba siempre posponía la cita para otro día.
Con pereza y arrastrando los pies cuál niño chiquito camina hasta su recámara, ahí ve a su novio costado viendo su celular, su mirada se dirige hacia Diego y le sonríe.
—no te oí llegar chaparro—dice dejando de lado su celular, Diego se arrastra hasta la cama, se deja caer boca abajo y suelta un gruñido—¿El entrenamiento estuvo pesado?
—no, estuvo igual que siempre—contesta desganado.
—¿Entonces?—inquiere, últimamente había visto a Diego más distraído de lo usual y además de que su estado de ánimo había cambiado, él lo sabía a la perfección, por mucho que Diego quisiera aparentar otra cosa.
—no es nada de verdad, solo es un dolor que tengo en la nuca—dice girando su cara hacia donde Kevin esta.
—entonces si es algo—se queja Kevin y sus frunce sus labios—¿Ya fuiste con la fisioterapeuta del equipo?—Diego asiente—¿Y que te dijo?—Kevin espera la respuesta y el silencio de la habitación reina por unos segundos, hasta que Diego oculta su cara con una almohada—¡ya no te hagas pendejo y dime lo que te dijo la fisioterapeuta!—dice a la par que le daba pequeños golpes en el hombro.
—¡Ya, ya, ya, ya puesss!—dice levantándose para después sentarse—Nancy, la fisioterapeuta—aclara con apuro—me dijo que el dolor que sentía no era nada relacionado a un dolor físico por lesión o por mal calentamiento—explica—sino que era por estrés, me dijo que podía ir con algún masajista o un quiropráctico.
—¿Y ya hiciste la cita?—dice con reproche.
—si, bueno no, lo que pasa es que la pospuse para la siguiente semana kev, iba a ir, de verdad que si, pero me sentía tan cansado y sin energía; así que la pasé para la siguiente semana.
Kevin se queda callado unos segundos—aguántame aquí—dice parándose de la cama para luego salir de la habitación, Diego frunce su ceño en extrañeza y después de unos segundos Kevin llega con una botella en mano—listo, quítate la blusa y ponte boca abajo.
Diego sonríe divertido—¡ay Kevin!, ¿No me vas a dar un besito ni nada antes? ¡Que brusco te has vuelto!
Al entender las palabras de Diego, el rostro de Kevin se colorea de un tono carmín y con nerviosismo dice:—¡N-no vamos a hacer eso Diego! Esto es alcohol con romero, ayuda a aliviar el dolor muscular—explica mostrándole la botella a Diego—cochino, malpensado.
