NO ME JUSTIFICO
AMBRA
Al intentar levantarme en el proceso mientras lo hacía mi mano se posó en una parte de su anatomía que me dejó de piedra y puso a volar mi calenturienta mente , al tocar esa parte tan enorme de él sentí como mi cara y ojos sufrieron un cambio un tanto extraño, pues un calor intenso se apoderó de mi, tanto así que me hizo pensar y creer que todos aquellos sueños calientes que tenía se podían hacer realidad, «¡Que cosas piensas ese hombre tiene en la cara un gran letrero que dice prohibido!», pensé para poder volver a la normalidad.
Por eso bajé mi mirada para ocultar el brillo del deseo que apareció en mis traicioneros ojos ambarinos, al hacerlo murmuré algo, pues estaba a punto de pedir disculpas por tocar esa cosa que al parecer tenía vida propia, más en esos instantes llegó Enid para ayudarme a qué me terminara de levantar, sin querer mirar atrás de la vergüenza la seguí hasta que desaparecimos detrás de la sala de vestuarios.
Después de un buen rato hablando con Enid tratando de convencerme que eso no es lo que Enzo quería decir, que lo tratara de entender ya que el trabajo lo tenía colapsado además que con quién me había tropezado e insultado no era cualquier persona, cuando me quiso revelar esa información mi lado salvaje salió a flote.
—Discúlpame señora Enid, pero no quiero, mucho menos me interesa saber quién es ese hombre con el cual me tropecé—, la callé molesta—, ese sujeto sea quien sea, él es quien tiene que pedir disculpas por no fijarse por donde va, el hecho que tenga dinero no lo exime de tener un accidente, es un ser humano igual que todos, y si por el hecho que tenga unos dólares en su bolsillo piense qué esa clase de accidentes no le puede pasar o peor aún que sepa que sí le pase, más sin embargo, que piense qué la otra persona es la culpable, eso ya es el colmo, él no puede ir por la vida sin reconocer sus errores, no todo lo soluciona el dinero—, le dije tratando de explicar mi confusión, por qué era así como en realidad me sentía, confundida tanto por la actitud de Enzo cómo la de Enid.
—Aaay, mi niña que poco sabes de la vida, si supieras de quién se trata en realidad, no te expresarías de ese modo—, sus palabras causaron el efecto contrario.
—Además mira que arruinó este hermoso vestido, mi maquillaje y de paso mi trabajo, por qué por encima se le nota que poco le importa que me hayan corrido de este lugar por su culpa—, sentencié con decepción.
Esto último se lo dije por que no quiero escucharla a ella, que la veo como si fuera mi mamá defender a una persona que solo por qué tiene dinero hay que rendirle cierta pleitesía, no crean que mi malestar era con ella, yo no estaba molesta con lo que había dicho la bella Enid, no, mi actitud rebelde es contra el sistema burocrático que se mueve entre los de la clase alta, contra esas personas que se creen tener la razón solo por qué tienen dinero y un alto status en la sociedad, que por ese simple hecho había que perdonarlas y aceptar que ellos siempre tendrán la razón, eso es lo que no podía soportar, que Enid había caído en ese juego de querer favorecer a los de esa clase.
—Mire señora Enid, usted sabe cuánto la estimo y valoro sus consejos, así que primero le pido perdón por mi brusquedad—, le dije cuando me vio sorprendida por mi actitud para con ella—, No quiero parecer insensible, y mucho menos intolerante, pero es que usted mejor que nadie conoce el por que de mi reacción de rechazo para con ese desconocido, no es que justifique mi forma de actuar por qué sé que estuvo mal, pero tampoco voy pedir disculpas por algo de lo cuál soy inocente, y si de eso depende el quedarme trabajando en este lugar, prefiero recoger mis cosas e irme—, le dije decidida.
Ella solo agachó su cabeza con resignación cuando terminé de hablar, al mirarla a sus ojos noté decepción en ellos, cosa que me dolió, por que sentí que no comprendía mi punto de vista, dándome a entender que para conservar mi trabajo tenía que agachar mi cabeza y aceptar el mal trato solo por que se trataba de algún cliente importante, eso no va conmigo, nunca he permitido que alguien pasé por encima de mí y me pisotee, el hecho de no tener una gran cuenta de banco, un lugar propio en donde vivir en esta ciudad, no le da derecho a nadie pasar por alto qué yo fui la ofendida.
Sé muy bien que aun que no fue de la mejor forma que se lo dije, yo solo le pedí a ese delicioso bombón desconocido que se disculpara por su torpeza, reconozco que no se lo pedí de la mejor manera, pero es que al darme cuenta de quién era él que me había tirado al suelo quedé en shock, no podía creer que otra vez me encontraba frente al hermoso Dios italiano de mis sueños más candentes y mis nervios se activaron más al sentir ese enorme bulto que toque sin querer, un paquetón que por cierto me dejó pensando en como sería sentirlo “con o más bien en algo más que no fuera mi mano, diablos Ámbar deja tu mente calenturienta para otra ocasión”, me dije, tratando de no pensar en ello y mucho menos en como sería estar con él.
No sé quién era el tipo con el que me tropecé, a pesar que mi innata curiosidad sí quería saberlo, pero mi terquedad y orgullo fue la que ganó, miré nuevamente a Enid y como no pude descifrar lo quería decir con sus ojos, me levanté para quitarme el hermoso vestido que tenía puesto e irme de este lugar, ahora tenía que pensar en un nuevo trabajo además de un nuevo lugar en donde irme a vivir, por qué no creo que pueda seguir viviendo en la casa de Enid, cuando lo hice, cuando me levanté ella trató de detenerme, fue cuando sonó su celular, era mi jefe Enzo, lo supe por la voz chillona que salía por el altavoz, le preguntó por mi.
—Si aún se encuentra aquí, pero usted ya la conoce, sabe que si se trata de rebajarse ante alguien no cederá—, le respondió.
Me sorprendió que sabiendo eso aún así intentara hacerme entrar en razón.
No sé que tanto le decía mi jefe gruñón a ella, tampoco lo deseaba saber, es por eso que aproveché ese momento para alejarme hacia el vestier para poder quitarme el vestido.
Cuando salí del vestier, ya cambiada con mi ropa casual, había recogido las pocas cosas que traía conmigo, además del vestido arruinado que lo traía en la mano para entregárselo, no sé si me tocará pagar por el o no, yo solo estaba dispuesta a irme de este lugar, pero Enid me detuvo otra vez.
—El señor Enzo te ha dejado un mensaje, que por favor lo esperes, que tiene que hablar contigo—, dijo.
—Si es para exigirme que me disculpe, prefiero no hacerlo—, respondí.
No quiero entrar en otra discusión por mis derechos, no quiero imponer mi criterio, pero si quiero que me lo respeten, “¿es acaso mucho pedir?”, pensé, yo estoy harta de ver tanto favoritismo en esta sociedad tan corrupta e hipócrita.
Por que tengo que ser yo la que pida disculpas si fue la otra persona la causante del tropiezo, por qué no es él el que tenga que hacerlo, no creo que vaya a perder su belleza o su dinero por hacerlo, más bien eso lo haría más hermoso como hombre, y como ser humano.
—No me dijo para qué, solo me exigió que te retuviera a como de lugar, ya sea por las buenas o por las malas—, dijo.
Aun que lo dijo con su cariño de siempre, noté que en su mirada había algo, un no se que, o un no se dónde, que me hizo sentir que si me quedaba a esperar a Enzo Lombardo, mi dignidad y algo más estarían en juego, mi curiosidad por saber que era eso me retuvo, si le hiciera caso a mis instintos tal vez me fuera un poco mejor en la vida.
Pero no siempre es así, por qué muchas veces mi deseo de saber cómo termina algo es la causa de muchos de mis problemas, y él que me traía Enzo desde ese día, solo era la punta de un gran iceberg que no sabía que había hasta que me di de frente y de lleno con el.
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APUESTA POR AMOR
RomanceMatrimonio por contrato, Maurizzio D'amico, un italiano de uno ochenta y cinco, piel clara y ojos azules, criado en una familia tradicional con grandes valores morales además con gran influencia en la sociedad, por otro lado tienen un imperio empres...