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"Me gusta el aroma de mis propios gases"

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"Me gusta el aroma de mis propios gases"

Becky se pellizcó el puente de la nariz. Paciencia, paciencia, paciencia, cantaba una y otra vez. Tenía que admitir que esto no era lo más extraño que alguien hubiera confesado pero probablemente si lo más interesante del día.

No se podía quejar. No exactamente. La Cabina del Guardián Secreto fue su idea. Lo propuso en una reunión del consejo estudiantil y el comité aceptó la idea sólo porque a nadie le agradaba hablar con el consejero, olía a queso y limpiaba sus uñas con un mondadientes mientras los estudiantes expresaban sus sentimientos sobre como su perro de los últimos diez años estaba muriendo. Era un buen hombre, pero a veces simplemente no ayudaba y fue entonces que los estudiantes dicidieron tomar el asunto en sus manos.

Con la ayuda del club de teatro hicieron una cabina similar a un confesionario -un lado para los guardianes y otro para los confesados ¿Secret Yellers? ¿Hombres Misteriosos? Becky aún no estaba segura de como llamarlos pero ya lo sabrian.

Y por el bajo precio de 25 bahts (Todos los ingresos destinados al presupuesto de actividades escolares) conseguías siete minutos para contar tus secretos y preocupaciones.

"¿Es eso raro?" El chico al otro lado preguntó.

Becky abrió sus ojos y se enderezó revisando el tiempo en su reloj (ya que estaban prohibidos los celulares en las cabina). Su turno acababa de comenzar y no podía esperar a salir si era la clase de cosas que escucharía todo el día.

Desafortunadamente aún le quedaban cuatro minutos a esta sesión. La idea de la cabina era para que los estudiantes contaran sus problemas reales. Debería ser fácil cuando no ves la cara de la otra persona pero odiaba admitir que había cosas como esta que escuchaban más a menudo que nada.

Suspiró. "La cabina es sólo para contar tus secretos. No podemos aconsejarte."

"¿Por qué no?"

"Son las reglas." Como estaba establecido en cada volante y cartel.

"¿Entonces cuál es el punto?"

Becky apretó la mandíbula. Ella podía dar el rollo habitual sobre como no eran profesionales y dar consejos de expertos sin ser expertos estaba contra la ley. Pero hoy ya estaba harta.

"Lo siento son las reglas."

"¡Entonces quiero mi dinero de regreso!"

Rodó los ojos al mismo tiempo que su reloj sonaba indicando que el tiempo había acabado.

"Tu tiempo se agotó."

"Espera-"

"Si tienes alguna inquietud, pregunta o queja, escríbela para el buzón de quejas en el salón 7-D del consejo estudiantil. Gracias por venir."

Soltó un gruñido y se fue mientras Becky se dejaba caer en su silla. No fue el mejor comienzo para su turno.

Las bisagras gimieron cuando otro visitante entró a la cabina. Becky apoyó su codo sobre su rodilla y dejó la barbilla contra su puño. Acababa de entrar aquella persona y ella ya estaba agotada. No tenía esperanzas.

𝙴𝚕 𝚐𝚞𝚊𝚛𝚍𝚒𝚊𝚗 𝚜𝚎𝚌𝚛𝚎𝚝𝚘 [𝙵𝚛𝚎𝚎𝚗𝙱𝚎𝚌𝚔𝚢]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora