CAPITULO 4

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Sehun caminaba libremente por el pasillo de su edificio. Y no podía creer que literalmente estaba caminando.

¿Cuánto hacía que él no se daba tiempo para su mismo? No podía recordarlo, pero estaba casi seguro que fue saliendo de la universidad.

Baekhyun le había enviado su agenda momentos antes, hizo unas llamadas, envío unos correos y canceló unas citas totalmente innecesarias.

Era algo loco, pero se estaba tomando unas vacaciones, que si no fuera porque las estaba viviendo a cada segundo, no las podría considerar como tal. No había tomado ninguna llamada del director de finanzas, tampoco había visto ni un solo grito de desesperación de la encargada de marketing, estaba sintiendo a cada segundo como su corazón respiraba, miraba como cada viga soportaba cada techo de su hotel.

Se estaba convirtiendo en un huésped más de Ban Jeju, y la mejor parte era que estaba abriéndole espacio a su corazón con la llegada de Luhan.

Ese chico le estaba regalando la ilusión de querer a alguien, esa fantasía del latir de un corazón, y adoraba sentirse como todo se revolucionaba en su interior.

El día de ayer, cuando la función terminó, caminó directo a backstage, las manos le picaban por una sola cosa: ir a besar a Luhan en los labios.

No podía hacerlo aún, quería tomar las cosas con calma, a pesar de que en su cita en el Museo casi sucede, se había propuesto no asustar a Luhan. Aquello era una meta que mientras lo miraba se le dificultaba mucho, pero que cuando lo tenía cerca todo a su alrededor se resumía a que necesitaba conquistarlo.

¿Cómo? No lo sabía, pero si estaba seguro que Luhan se merecía todo.

La paciencia no era algo que cupiera dentro de sus virtudes. Era el CEO de una empresa hotelera, sabía que había cosas que tomaban su tiempo, pero a él le gustaba que las cosas estuvieran listas para la semana pasada, y mostrarse lento en cuanto a Luhan, le estaba creando el reto más grande de su vida. Añadiendo que había no dicho cierta información.

En esa ocasión, habían quedado de ir al restaurante japones HACHI, que está dentro del hotel.

Vestía nuevamente su traje más caro, se había puesto una colonia que lo hacía oler delicioso, muy masculino y cada vez que se miraba al espejo, su reflejo le daba confianza, le daba la respuesta que él sabía: Luhan estaba igual de perdido.

Le hubiera gustado, quizás ir a recogerlo a su habitación, pero Luhan seguía renuente al estar saliendo con un huésped, y le había pedido a Sehun encontrarlo en la fuente que estaba en la rotonda principal de la entrada del resort. Justo en donde estaban todas las banderas.

Era medio día, y el sol estaba en su máxima posición, brillaba, y estaba un poco penetrante.

Una parte de Luhan era consciente de que Sehun era un niño ricachón que se había encaprichado con Luhan, pero otra parte de él... le gustaba demasiado, estaba arriesgando todo, su casa, su trabajo, su dignidad por un hombre que había llegado hasta él después de una vergüenza a invitarlo a salir, la había pasado increíble, y estaba muy ilusionado.

¿Y si se arriesgaba a que le rompieran el corazón? Total y ya le habían arrebatado su sueño, si su corazón era roto solamente haría que alguna canción de desamor fuera cantada mucho más profunda.

No le sorprendió en nada que a Sehun lo llevaran en un carrito de golf que era parte del servicio de extra lujo del hotel. Luhan se daba por bien servido de usar el bus que el mismo hotel proporcionaba para transporte incluso de los mismos huéspedes. Claro, no todos eran asquerosamente ricos como Sehun lo era.

—¿Estás listo para la comida japonesa? —Preguntó Sehun saliendo del carrito de Golf, Luhan asintió y le extendió la mano, lo llevo hasta la parte trasera y se sentó junto a él.

La vie en Rose || HUNHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora