Capitulo VII

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"El miedo puede mantenerte prisionero. La esperanza puede liberarte"

Stephen King

Domingo

4:39 am

La sensación de agotamiento fluye por todo mi cuerpo a medida que subo cada escalón con dificultad y pasos torpes. Cada peldaño que avanzo, de lo que en este instante parece ser una interminable escalera, mi respiración se acorta, mis extremidades se debilitan y voy perdiendo progresivamente la poca coordinación que aun me queda.

Tac..........tac...........tac..

Solo se escucha en el silencio y la oscuridad el sonido de mis incómodos tacones a medida que subo lentamente las escaleras apoyándome de las paredes, que en este momento considero seriamente en quitármelos para mantener mi escaso equilibrio.

Por desgracia nuestro pequeño edificio solo tiene 6 pisos y no cuenta con ascensor, lo cual sería de gran ayuda en este preciso momento considerando el estado en el que me encuentro. Mientras hago una pausa de un minuto cierro mis ojos, tomo una respiración profunda antes de continuar mi ascenso. Con mucho pesar pienso en los señores mayores que viven en este edificio, y en la dificultad a la que se enfrentan cada dia para subir estas tormentosas escaleras, ¿Es que nadie pensó en ellos al construir esta residencia?.

El dolor de cabeza se incrementa cada segundo que avanzo, pongo mis manos ambos lados de mi frente y cierro mis ojos para soportar este dolor punzante que se agudiza lentamente. Me armo de valor y subo el siguiente escalón, pero un mareo terrible hace que pierda el equilibrio y me golpee con la baranda, tratando de sostenerme para no caer en las casi oscuras escaleras, que como costumbre solo están iluminadas por las luces de emergencia por la falta de mantenimiento.

Perdí la cuenta de cuanto alcohol habia ingerido hace un par de horas, no suelo beber con frecuencia, pero después de haber presenciado semejante escenita, y apelando un poco a mi dignidad, no me quedó mas remedio que consolarme un poco, adormeciendo mis emociones con el alcohol, para mostrar mi mejor cara y no arruinarle la noche a Laura, que a decir verdad no quedó muy convencida con las vagas excusas que le di. Un halo de tristeza se cuela dentro de mi al recordar su expresión de decepción en su rostro.

—Solo quedan 2 pisos mas—me digo alentandome con voz quebrada, tomando una respiración profunda para aplacar esa sensación nauseabunda que crece dentro de mi. Estos 6 pisos me parecen una eternidad, pienso mientras hago otra pausa apoyándome de la pared debido al mareo que entorpece mis movimientos.

Un sonido estruendoso invadía las oscuras y lúgubres escaleras de emergencia, y junto él, iniciaba el segundo día consecutivo de tormenta eléctrica que azotaba la costa oeste del país. Ahora entiendo porque la electricidad estaba fallando en esta zona; y como si mis labios pronunciaron una especie de palabras mágicas tal cual ley de atracción, para cerrar esta noche tan dramática con broche de oro, se apagaron todas las luces de emergencia e invadió la oscuridad total.

—!NOOO! ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO—vocifero con voz aguda y temblorosa. El recuerdo de la pesadilla del hospital se cruza por mi mente en ese instante, y la sensación de miedo empieza a invadirme, pero decido descartarlo rápidamente para tratar de mantener la calma. En medio de la oscuridad de las escaleras, tanteo con cautela la zona para buscar un lugar donde sentarme, obligada también por el mareo incesante y la debilidad creciente que recorre mis extremidades.

Cierro mis ojos y tomo una respiración profunda para tratar de desviar mi atencion de las ganas de vomitar, pero mi mente me lleva de nuevo a ese momento... a ese nefasto y desafortunado momento. La opresión en mi pecho regresa, acompañada de una lágrima que comienza a rodar por mi mejilla al recordar: la música estruendosa, la incomodidad del espacio, calor, el olor nauseabundo a hierba o cigarillo, y a él: su estampa tan familiar para mi, la expresión cínica en su mirada, su risa burlona, el brillo de malicia en sus ojos al cruzarse con los míos, sus manos subiendo y bajándo por su cuerpo...

Bajo mi sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora