¹⁰. ambas caras de la moneda

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No se soltaron de las manos en ningún momento, llegaron al departamento de Vegas, como si no hubiesen estado allí hace algunas horas.

Ya debía ser un poco más de las tres de la tarde, relativamente, la hora de almorzar, pero ninguno ha dicho nada al respecto. En realidad, ninguno ha dicho ninguna palabra. No saben cómo iniciar la conversación, ya la euforia y la emoción pasaron, tienen cosas que realmente necesitan aclararse, o terminarían en una discusión sin remedio.

—Tawan no significa nada para mí— rompe Vegas el silencio, una vez entraron a la habitación.—En realidad, si somos novios, pero no porque quiero tenerlo como novio.

—¿A qué te refieres?

—Mi padre. Él me... me coacciona a hacer muchísimas cosas. Ya te lo comenté, debo hacer lo que me diga porque realmente necesito el dinero.

—No entiendo, Tankhun tiene dinero, Kinn también. Ellos reciben mesadas. ¿Por qué tú no tienes tu propio dinero?

—Lo sé, pero yo no soy mis primos. Mi padre no es como mi tío. Me paga la comida, la ropa y los estudios— Vegas tomó una pausa, parecía que le costaba explicar el tema.—Tengo prohibido usar dinero de la familia. No es mi dinero, por lo tanto, no tengo derecho a usarlo.

—... de acuerdo.

—Trabajo para mí padre. Él me paga y así puedo darle dinero a Macau, a mi mamá. Él les envía una manutención, pero en realidad no es útil para mucho, así que pago los estudios de Macau.

—¿Y tus trabajos...— dejó la frase al aire, sin saber que decir.

—Varían mucho. Muchísimo. Hacer cuentas, hacer acuerdos, negocios, hablar con inversionistas, casinos y clubes, tener todo bajo control.— se sentaron en el borde de la cama, sin desenlazar sus manos.—Algunas veces puedo hacerlo, otras veces, simplemente... mi padre piensa que venderme es más rentable.

Pete entendió, por jodidos demonios que entendió. Sintió su corazón romperse levemente al confirmar sus sospechas. Apretó el agarre de su mano y Vegas le dió una mirada en silencio, no dijo nada, esperó a que continuara hablando.

—Depende de a quien decida venderme, no es tan malo, si lo piensas. Algunos hombres ya son lo suficientemente ancianos y quieren compañía, algunas señoras quieren ayuda con sus nietos, pagan bien por eso, por cosas... normales.

Le estaban sudando las palmas de las manos, Pete lo sintió junto a su mano propia. Vegas fijó su mirada en sus pies, ignorando el hecho de que Pete estaba viéndolo fijamente. Toda su atención estaba sobre él. Cada palabra era escuchada con interés. Y se sentía vulnerable.

—Otros... otras personas, personas importantes, no son tan normales, tienen fetiches- tienen gustos extraños y ellos pagan por mi silencio. Pagan por un muñeco, así que ese es mi trabajo.—. el mayor carraspeó, su voz perdiendo fuerza.—Pagan muy bien. Recibo una parte del dinero, la mitad, algunas veces más que eso. Uhm- está bien, al inicio dolía, pero ya me acostumbré, los hombres son fáciles de complacer. Más los mayores. Las personas en general, las personas siempre buscan lo mismo y- y no es difícil, la experiencia siempre enseña- y no quiero que me veas diferente, como si estuviese sucio- o usado-

—Hey, Vegas. Oye.

Pete lo interrumpió, al notar que Vegas empezaba a hablar sin parar. Soltó su agarre, dejando su mano sobre la pierna de Vegas que se movía inquientamente. El mayor tomó un profundo respiro, entendiendo que estaba quedándose extrañamente sin aire.

—No deberías acostumbrarte a eso, Vegas, jamás.— le dijo.—No te veo como un objeto, ni sucio, o usado. Nada de eso.

Vegas asintió. Usa las manos para frotar sus mejillas, su expresión luciendo devastada. Pete miró al mayor, quién continuaba en silencio, no parecía que quería continuar hablando del tema, pero Pete no podía dejar el tema así nada más.

(don't) let me go [VegasPete] (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora