EL HAREM VIII. Mañana de domingo, sumisión y humillación

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El sol que entraba por la ventana y el palpitar persistente con ritmo constante que notaba a la altura lumbar, provocado por el movimiento acompasado de la polla erecta de mi amo, me hicieron despertar.

Mi amo me tenía cogida férreamente por la cintura con su mano derecha y se hallaba totalmente unido su cuerpo con el mío. Sus huevos los notaba como presionaban contra mi coño.

Como estaba profundamente dormido, me quede inmóvil disfrutando aquellas palpitaciones de aquel pollón erecto y el calor que su cuerpo me daba. Me sentía como toda una señora, una reina, con su señor al lado, con su marido.

Al poco rato, escuché como alguien golpeaba la puerta de la habitación. Mi amo no se inmutaba, por lo que me moví un poco y le dije bajito "amo Said, llaman a la puerta". Él bostezando se despertó y dio una fuerte voz diciendo: "quién es?". Contestando la persona que había llamado "Soy Hadifa, ¿está con usted su esclava Tatiana?". A lo que contestó mi amo "Claro... con quien va a estar si no?". Respondiendo Hadifa "Señor es que estamos organizando el día y es la única esclava que falta para poder comenzar". Said le contestó "Ya mismo va".

Me hizo dar la vuelta y mirarle de frente y me preguntó "Tu tienes ganas de ir donde esa vieja zorra o te gustaría quedarte aquí conmigo?". A lo que contesté "señor yo haré lo que usted me mande, soy su esclava, aunque sí desea conocer lo que me gustaría hacer...., me gustaría quedarme aquí con usted, disfrutando de esa sabrosa polla que tiene gorda y erecta, que me pone loquita".

"Que cerda que eres putón, pues venga relájame, trabájala furcia, hazme una mamada con esos labios carnosos de zorra caliente que tienes" contestó el amo Said. Yo enseguida y sin bajarme de la cama, me abalance hacia aquel vástago venoso y duramente erecto y comencé a lamerlo con la punta de mi lengua, como una perra en celo.

Said teniendo mi chochete a la altura casi de su cara, comenzó a introducirme sus dedos y dijo "cuando me des gusto lo notarás, porque te introduciré el dedo hasta lo más profundo perra..., así que si quieres disfrutar..., ya sabes..., esmérate". Lamí aquel duro trozo de carne y babee aquellos hermosos huevos que olían a moro macho y comencé a gemir por el gusto que me proporcionaban en mi coño aquellos dedos moviéndose.

De pronto note que saco Said sus dedos y aprecie que me introducía un instrumento. Una de las veces pude comprobar que me introducía el mango de una fusta. Cuando me lo introducía a fondo se me iba un chillido de gusto, que hacía que yo más me introdujera su falo en mi boca, hasta sentirlo en la garganta.

Nuevamente llamaron a la puerta, preguntado el amo Said que quien era y contesto Hadifa. Said le dijo pasa está abierta. Entro Hadifa en la habitación y le dijo a mi amo "señor el amo Hamtum, requiere la presencia de su esclava en la cocina para empezar a preparar el día". Dile al amo Hamtum "que mi esclava está ahora mismo trabajando mi polla, como tú misma puedes comprobar, y que ira tan pronto termine la tarea que le he encomendado". "Sí señor" contestó Hadifa, cerró la puerta y se marchó.

Yo continué trabajando aquel falo descomunal, mientras jadeaba de gusto al sentir el rabo de la fusta, como era introducido por mi amo, hasta lo más profundo de mi coño, poniéndome como un ascua de caliente.

De pronto aquel tiburón comenzó a derramar leche calentita en mi boca, que yo iba tragando y relamiendo como lo que era, una puta cerda. Mi amo sacándome de repente el mango de la fusta de mi chocho, me dio un fuerte manotazo en mi culo y dijo "ya has tomado tu desayuno putón..., venga relame bien con tu lengua hasta la última gota de mi polla, que quede bien limpia y baja con esa puta vieja de Hadifa".

Con mi lengua lamí y relamí hasta la última gota de leche y dándome un fustazo en mi culete dijo Said "venga ya está bien, vístete y para la cocina". Salí de la cama rápidamente y yendo al baño, me retoqué un poco el maquillaje, me puse el sujetador, el tanga y mis zapatos y corriendo salí hacia la cocina donde me esperaban, no sin antes preguntar a mi amo Said "señor desea usted algo más de esta esclava?". A lo que Said con el dedo señaló una pequeña gota de leche que había quedado sobre su ingle, por lo que me acerque y reclinándome sobre él, con mi lengua lamí aquella gotita de lecha, ya fría, que paladee profundamente hasta que se diluyó en mí boca, gustándole aquel detalle mucho a mi amo.

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