Anjali no iba a quedarse a esperar la admisión o la justificación que seguiría a su acusación. No necesitaba escuchar una obviedad: Rahul había visto una oportunidad y, como brillante hombre de negocios que era, había ido tras ella.
El hecho de que en el proceso hubiera pisoteado los sentimientos de Anjali no
tenía ninguna importancia. Y mucho que ella intentara explicarle lo que sentía, sería incapaz de comprenderlo.Además, comprendió, si intentaba hacerle ver lo que había hecho, lo único que
conseguiría sería que se preguntara por qué reaccionaba tan exageradamente, por
qué se tomaba sus acuerdos con Donald Sloan como una afrenta personal.Porque no podía acusar a Rahul de haberle quitado un negocio. Al contrario, su interferencia le había proporcionado un trabajo extra.
Anjali sólo se sentía explotada a un nivel puramente personal. Porque, durante el
tiempo que había estado tratando con Rahul, éste no sólo había llegado a importarle sino que Anjali había cometido la imprudencia de pensar que también a él le importaba ella. Y descubrir de pronto que la había tratado como si sólo fuera un
buen medio para conseguir un negocio... Bueno, no era extraño que se sintiera
insultada.Pero no podía dejar que Rahul lo supiera. Ya era suficientemente malo que hubiera
sido tan estúpida como para haberse permitido soñar que el matrimonio que Rahul le ofrecía podía llegar a ser real alguna vez como para permitir que Rahul adivinara que se había enamorado de él.De modo que se obligó a sonreír y comentó con falsa admiración.
—Qué inteligente por tu parte. Caramba, Rahul, no le hagas esperar. Después de
todas las molestias que te has tomado para encontrar la forma de ponerte en contacto con él, odiaría que perdieras la oportunidad de hacer el negocio del siglo por mi culpa.Antes de que Rahul tuviera oportunidad de replicar, Anjali ya había salido del
despacho. A pesar de las ganas que tenía de dar un portazo, puso especial cuidado
en cerrar lentamente la puerta. Mantuvo la cabeza alta mientras cruzaba la oficina y no se permitió suspirar hasta que salió del edificio, lejos de las miradas de todas
aquellas mujeres que trabajaban con Rahul.Y, definitivamente, lejos de Rahul.
Por lo menos había sido una suerte poder escapar, se dijo a sí misma. La evidencia de lo poco que significaba para Rahul había sido muy dolorosa. Pero aquel
sufrimiento no era nada comparado con el que habría sentido si hubiera tenido que enfrentarse a los hechos después de haberse comprometido con él, o después de haberse acostado con él. O, lo peor de todo, después de haberse casado con Rahul.Por primera vez en lo que entonces le parecía mucho tiempo, Anjali se permitió
recordar cómo había comenzado... un miércoles como otro cualquiera en el Century Club, cuando Naina había descubierto a Rahul haciendo... lo que fuera que estaba haciendo. Anjali casi lo había olvidado.No, admitió con sinceridad, en realidad no lo había olvidado en absoluto, sino que, deliberadamente, lo había mantenido en el rincón más apartado de su mente porque no quería pensar en ello. Había intentando fingir que no había sucedido, que no era asunto suyo, que, al fin y al cabo, a ella no la afectaba.
Pero el descubrimiento de la falta de escrúpulos de Naina, que había sido capaz de robar a su propio prometido, la forzaba a valorar nuevamente el episodio del club.
Tenía que admitir que le encantaría saber lo que Rahul había hecho. Porque si la
fría y egoísta Naina se había puesto furiosa por su conducta, ella, con lo romántica que era, habría quedado destrozada.Se había dicho a sí misma más de una vez que aquel incidente había tenido lugar antes de que ella entrara en escena, que no tenía nada que ver con ella. Pero en
lo que Anjali no se había permitido pensar durante aquellos días era en la posibilidad de que aquella escena, u otra equivalente, se repitiera. En el fondo, y aunque ni siquiera se había atrevido a decírselo a sí misma, se había permitido pensar que su situación era diferente. Ella no era Naina y a su lado, Rahul podría llegar a cambiar.
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Cambio de novia.
FanfictionLos deberes de Anjali como organizadora de bodas normalmente se reducían a planificar la recepción, pedir las flores... ¡Pero tener que ser ella la que subiera al altar nunca había ido parte del trato! Al menos, hasta entonces. La novia de Rahul Rai...