Capítulo 2: La visita de un joven lobo

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Bueno, aca les traigo el segundo capitulo, espero que les guste

Disclaimer: Ni Inuyasha ni el resto de los personajes son mios, pertenecen a Rumiko Takajashi.

Todo iba bien, desde que descubrieron eso, las cosas entre los dos no podían estar mejor.

Y es que, ¿quién lo hubiera pensado?, ellos dos, conociéndose de pequeños, Inuyasha y Kagome, el orelindo y su pequeña niña.

Así es, todo era maravilloso, espléndido, como un sueño hecho realidad. Claro, hasta que cierto lobo galán apareció.

Justamente, esa tarde estaban caminando cerca de la guarida de estos youkais, pues les habían dado una información sobre una nube de energía maligna que rondaba por esos lugares, y supusieron que era Naraku.

Pero, por supuesto, al sentir el olor de la muchacha del futuro, Kouga pensó en ir, solo para saludar, y ¿por qué no?, molestar al hanyou insistiendo con que Kagome era su mujer, hacer que este se enfurezca, y que se gane un cupón gratis para visitar el suelo, que tan amistoso lo recibía.

Desde que se enteró de que Inuyasha perdía sus poderes en ciertas ocasiones, los había estado vigilando todas las noches de luna nueva, ya que en esos momentos, el híbrido no podría detectarlo, para proteger a Kagome en caso de que la situación se pusiera muy complicada, y el orejón ese, no pudiera cumplir con su trabajo.

Por lo que había visto últimamente, se comportaban muy cariñosos, más de lo habitual, y demasiado para su gusto. Se había dado cuenta de lo que pasaba, ese tonto se había dado cuenta de sus sentimientos, y por fin se lo había dicho a ella.

Se sentía triste y decepcionado al principio, pues su amor no era correspondido, ahora sabía lo que sentí la muchacha cuando veía a Inuyasha y la sacerdotisa muerta juntos. Pero luego, se dio cuenta de que era lo mejor, pues no podía obligar a la adolescente a quererlo.

Y entonces, se puso feliz, feliz porque al menos ella, estaría con la persona que amaba. Eso si, que ni se le pasara por la cabeza al hanyou lastimarla. Ahí si le rompería uno por uno, todos los huesos del cuerpo.

En fin, él ya lo sabía, el corazón de la joven, no le pertenecía a él, sino al medio demonio de cabellos plateados, aunque sinceramente, no había nada mejor que molestarlo un rato.

-Ash, hasta cuando tendremos que caminar así, no tenemos idea de adonde nos dirigimos- comentó cierto chico de orejas de perro, con un tono molesto- estúpidos aldeanos, les hubiéramos preguntado el paradero exacto de la nube de energía, ah, Kagome, oye, no lo dije para que te detuvieras a descansar- dijo, llamando la atención de la aludida, que se había parado un momento, y girado la cabeza en la dirección contraria a la que se dirigían.

-No es eso, es que, siento la presencia de dos fragmentos de la perla.

Al escuchar esto, el hanyou no tardó ni dos segundos en ponerse, gruñendo, delante de la chica y preparar sus garras para atacar.

-Maldito Kouga, y yo que tenía la esperanza de que se hubiera muerto, ya verá, no tocará nunca mas en su vida a Kagome- hablaba solo el joven.

-Hay, no empieces una historia por favor- pidió esperanzada la muchacha, más él no la escuchaba.

Ella amaba a Inuyasha, y sabía que a Kouga habría que ponerle los puntos en algún momento, pero también apreciaba al joven lobo, lo consideraba su mejor amigo, y no quería que él ni su novio se lastimaran por causa suya.

Se propuso hacer algo para que esta vez no se pelearan, sin embargo, no tuvo tiempo de pensar mucho, ya que pudo ver como un remolino se dirigía hacia ellos rápidamente, ahí le entro pánico, pero se desvaneció rápidamente, al notar que todo ocurría como de costumbre, Kouga llegaba, le coqueteaba, Inuyasha se ponía en medio, y comenzaban a pelear. Todo como siempre, igual, hasta que intentó parar la pelea activando el conjuro del collar de su pareja.

Mi pequeña niñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora