CAPÍTULO 23. UN SUSURRO EN LA MENTE

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Paige tardó varios segundos en procesar toda la información que Drew y Sally acababan de soltarle. Sin perder tiempo, los cuatro se dirigieron a la habitación de Cárter, y cuando ella vio con sus propios ojos su cuerpo tendido en el suelo, durmiendo plácidamente, sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Se inclinó junto a él y trató de despertarlo de varias formas, pero nada funcionó. Ni sacudiéndolo, ni gritándole al oído, ni dándole pequeños golpes en el rostro.

Inevitablemente, su mente viajó a la historia de La Bella Durmiente, solo que esto no era un cuento de hadas y Cárter no era una princesa maldita. Era una persona de carne y hueso, y estaba atrapado en un sueño del que nadie sabía cómo sacarlo.

Bufó de exasperación, y al alzar la vista, sus ojos se encontraron con la mirada expectante de Maggie, que aún sostenía el diccionario de latín entre sus manos. La quietud de la escena se sentía tan pesada como el aire antes de una tormenta.

—Maggie, tienes deberes que hacer —dijo Paige, ladeando la cabeza con una leve sonrisa que intentaba parecer firme, pero que traicionaba una pizca de impaciencia—. Nosotros nos ocupamos de esto.

Maggie dudó por un momento, como si quisiera decir algo más, pero al final, asintió y salió de la habitación, dejando a Paige con sus pensamientos inquietos.

El silencio se instaló. Paige empezó a caminar en círculos, ordenando sus pensamientos. Primero, el lago. Según Drew, Cárter había estado dispuesto a huir de los Sfongs, pero él lo convenció de quedarse a luchar. Luego, cuando iban de camino a Alcanar, Drew le pidió de broma que le llevara la mochila. Cárter se negó, pero al insistir, terminó accediendo. Finalmente, Drew le gritó, con rabia, que se durmiera un mes entero.

La mirada de Paige se posó en el cuerpo inmóvil de Cárter.

Apostaría su brazo izquierdo a que no despertaría hasta que pasara exactamente ese tiempo.

—Drew tiene el poder de controlar la mente —susurró para sí misma.

—¿Paige? ¿Vas a decir algo o piensas seguir en tu mundo? —El chasquido de dedos de Drew la sacó de su ensimismamiento.

—Tengo una teoría —anunció ella, cruzándose de brazos—, pero para comprobarla, necesito que hagas algo.

—Muy bien, manos a la obra —dijo Drew con entusiasmo, frotándose las manos.

—Necesito que le pidas a Sally que haga algo que, en condiciones normales, jamás haría.

Sally entrecerró los ojos, fulminándola con la mirada.

—¿Qué?

Drew, visiblemente desconcertado, también la miró, sin entender a qué se refería Paige.

—¿Perdona?—Drew parpadeó, atónito—.¿ Qué acabas de decir?

—Solo hazlo —ordenó Paige con firmeza.

Drew resopló, pero asintió.

Se tomó un instante para pensar. Sus ojos se fijaron en Sally y una sonrisa de medio lado apareció en su rostro.

—Quiero que te arrodilles y me beses los pies.

Sally soltó una carcajada.

—Ja. Ni en un millón de años.

Drew la miró de reojo y luego volvió a Paige con una expresión que decía "te lo dije".

—No ha funcionado.

Paige negó con la cabeza.

—Vuelve a decirlo, pero esta vez, mírala directamente a los ojos. Y créete tus palabras.

Drew la observó con escepticismo, pero lo intentó. Inspiró hondo y repitió la orden con convicción.

El efecto fue inmediato. Los labios de Sally se movieron, pero no pronunciaron ninguna burla. Sus pupilas parecieron dilatarse un segundo antes de que, como si  fuera una marioneta tirada por hilos invisibles, inclinó la cabeza y besó sus botas negras.

Drew sintió que la sangre se le helaba en las venas. Un escalofrío recorrió su espalda y sus manos comenzaron a temblar. No podía apartar la mirada de Sally mientras ella, dócil e inexpresiva, se inclinaba obediente frente a él.

Justo después de cumplir la orden, Sally se desmayó.

Drew se arrodilló de inmediato para sacudirla, pero antes de que pudiera hacer nada, ella abrió los ojos, confusa.

—¿Qué ha pasado? —murmuró, llevándose una mano a la cabeza.

Drew palideció.

—No. Me. Jodas.

LA NUEVA ERA   #PGP2025Donde viven las historias. Descúbrelo ahora