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Agentes de la paz nos escoltaron hasta la estación de trenes.

Sostenía mi mochila que usaba, era de pana café oscura. Matt llevaba la suya sobre sus hombros, era de lona negra.

Sostuvo mi mano hasta que los agentes de la paz nos obligaron a separarnos.

Matt me abrazó. Los agentes empezaron a alterarse.

— Solo quiero despedirme.

Los agentes cedieron mientras asentían.

Las lágrimas brotaban de los ojos de Matt haciendo que yo comenzara a llorar.

Me besó y me abrazó, aferrándose a mi cuerpo.

— Juro que nos volveremos a ver— Matt sollozó.

— Vamos, es hora de irnos— el líder de los agentes habló.

Comenzaron a separarnos.

— ¡No!, ¡Esperen!

Matt tomó mi mano.

— Te amo, _________ Guiscard, no lo olvides.

— Te amo, Matthew Douglas.

Y me subieron al vagón de mi tren. Las puertas se cerraron y el tren comenzó a avanzar.

Sollocé. Era injusto que Matt y yo no pudiéramos estar juntos por ser de diferentes distritos, aun cuando ambos somos vencedores.

Caminé por el vagón, todo era tan lujoso y pulcro, como siempre, pero esta vez era silencioso y apagado, como si solo lo habitaran fantasmas.

Llegué al bar y tomé una botella entera, era momento de beber, pues los recuerdos del pasado habían regresado.

(...)

— ¡Guiscard!— Gritó un hombre mientras me movía.

Me levanté rápidamente, me había quedado dormida en un sofá, la botella se había derramado en mi ropa y suelo. Mi cabeza dolía y mi estómago se sentía revuelto.

— Ya hemos llegado— el hombre habló mientras me ayudaba a mantenerme de pie.

— Gracias por la bienvenida, señor Lewis.

Bajé del tren y comencé a caminar. El lugar era calmado como lo solía ser la mayoría de veces, había gente caminando por la calle, niños jugando y otras personas trabajando.

— Buenas tardes, señorita Guiscard.

— Buenas tardes, señora Sinclair, ¿tiene algo nuevo?

— Tengo esto.

Me mostró un hermoso relicario en forma de corazón, era plateado y se encontraba en buen estado.

— ¿Cuánto pide por el?

— Es un regalo— extendió la mano.

— ¿Por qué?

— Por cómo nos has ayudado, que hayas ganado tu, hija de tan buen corazón, ayudó al Distrito 10, ahora tenemos más raciones gracias a ti, sin duda alguna, no te merecemos.

Me despedí de ella, realmente había sido difícil lograr eso, pero con un par de favores y conversaciones con Snow todo se soluciona, había logrado conseguir que incrementaran las porciones de raciones y que las jornadas no fueran tan largas.

Caminé hasta llegar a la casa de los vencedores, era una gran casa, con un par de lugares para criar animales y un cuarto frío para mantener alimentos. A los alrededores estaban las casas de los familiares, las cuales eran adornadas con hermosas flores.

Entré a la casa, en ella pasábamos el tiempo los 5 vencedores que aún quedaban con vida.

Paseé por la casa, mi vista se posó sobre la pared donde colgaban los retratos de los seis vencedores, siendo el mío el más nuevo.

No solía conversar con los vencedores, son un poco retraídos, creo que cada quien ha llevado el trauma de los juegos de diferente manera y eso se nota en las salas comunes. Hay cosas para tejer e historietas por todos lados, la cocina es un asco por todo lo que cocinan en ella, pidieron tener un gimnasio y ahora Cox, un vencedor, suele pasar todo el día ahí.

Tomé las llaves de donde solemos dejar nuestras pertenencias y salí de la casa común.

El frío hacía que mi nariz se enrojeciera, la hermosa nieve contrastaba con las hermosas casas, todo era hermoso, o al menos lo aparentaba.

Abrí la puerta de mi casa, mal dije por lo bajo, estaba más limpio de lo normal, Noorena había vuelto a entrar.

Llegué a mi cocina y me serví un trago, tomé un poco de pan que tenía y caminé hasta llegar a la sala.

Me tiré sobre el sofá y comí el pan mientras veía la televisión. Realmente no la estaba viendo, solo quería escuchar algo.

Bebí un trago de alcohol y saqué el relicario que la señora Sinclair me había regalado.

La puerta se abrió, Noorena estaba aquí.

— ¡Deja de beber!

Noorena se aproximó y me quitó mi vaso.

Negué por lo bajo.

Me miró con la gran sonrisa que siempre tenía.

— Me alegra que estés de vuelta— me abrazó.

Y rompí el llanto, ella me abrazó y me sentí comprendida, ella no me juzgaría.

— Vamos, te tengo una sorpresa— se apartó y limpió mis lágrimas.

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Holaaaaaa, volví jsjs

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⏰ Última actualización: May 19 ⏰

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