Capítulo No.16

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HongKi intentó abrir los ojos y recordar qué había pasado, pero todo estaba demasiado borroso. Solo tenía aquella fría sensación recorriéndole la espalda y la certeza de que había sido secuestrado. Sintió sus manos libres y abrió los ojos rogando que todo hubiera sido una pesadilla, pero no tenía tanta suerte.

Recordaba entrar al cuarto de la iglesia y ver a su madre en el suelo. Cuando se había girado, lo último que había visto era la cara de su antiguo entrenador antes de perder la conciencia. Luego había despertado en el vagón oscuro de un tren. Recordaba los gritos de KyuJong en un teléfono y él preguntando por su hijo, porque su bebé era lo único que le importaba.

Luego SongOh había puesto de nuevo aquel trapo horrible contra su nariz y el resultado era un dolor de cabeza insoportable y la incertidumbre de qué había hecho con él durante el tiempo en que había estado inconsciente. Ni siquiera quería pensarlo, el cuerpo le dolía demasiado y pronto se dio cuenta de por qué. Tenía las manos libres, pero estaba colgando de un arnés fijo para entrenamiento de patinaje.

La estructura colgaba del techo y las correas iban alrededor de su torso, pero le había añadido, quizás a modo de tortura personal, un par de correas que se ajustaban en su entrepierna para poder mantener sus pies separados del suelo.

Miró alrededor y vio que se encontraba en una habitación que tenía un gran espejo. Parecía un salón de baile, pero viejo y deteriorado. No tenía las manos atadas, pero estaba suspendido al menos a diez centímetros del suelo y no alcanzaba el cierre del arnés para poder liberarse el mismo.

De repente, una voz rasposa rompió el silencio.

"Bueno, parece que por fin te has despertado.  Bienvenido a tu nuevo hogar". 
Dijo SongOh.

HongKi sintió que el miedo se apoderaba de él por un instante. Aparte de esa voz, el resto de la habitación estaba vacía. No había nada que pudiera usar para escapar. Vio aparecer a SongOh en el espejo y apretó los puños.

"¿Dónde estoy?"

"Donde siempre debiste estar. Este es un lugar seguro, Kiki, y aquí te enseñaré a patinar sobre hielo como un campeón olímpico. Te dije que algún día tú y yo íbamos a llegar a las olimpiadas, ¿verdad?"
Se acercó a él y HongKi vio un brillo extraño en sus ojos, como si no estuviera muy bien en sus cabales.

"¡Responde cuando te hablo!"
Gritó y el asintió, sobresaltado.

"Muy bien... hasta ahora te ha faltado disciplina, Kiki, pero eso podemos corregirlo. Desde ahora comenzarán un entrenamiento intensivo, porque la Olimpiada es en un mes, y tienes que estar listo. ¿De acuerdo? Entonces empezaremos con un lutz...".

HongKi frunció el ceño, pero no se movió. ¿De qué diablos estaba hablando? ¿Lo había secuestrado para que patinara...? No había ninguna Olimpiada en un mes, entonces... ¿qué era aquello, su fantasía personal?

"Muévete, Kiki, es hora de comenzar, niño, vamos...".
Insistió él, pero HongKi siguió sin moverse. Finalmente lo vio perder la paciencia.

"Parece que no entiendes mucho cómo funciona tu entrenamiento, niño, agarrándolo con fuerza por las correas del arnés y sacudiéndolo.  Vas a estar aquí colgado y debes obedecer mis órdenes. Si no cumples con lo que te digo, te golpearé... y si la vara no es suficiente... bueno... podemos recurrir a métodos más... drásticos".

Lo tocó por encima de la poca ropa que llevaba y HongKi se dio cuenta de que tenía puesto un atuendo corto de patinaje como cuando tenía quince años. Intentó rechazarlo lleno de repulsión, pero no tenía demasiadas fuerzas en aquel momento.

Voy a conquistarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora