Prólogo

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La música me ha acompañado toda la vida.

Creo que mi amor por ese tipo de arte comenzó cuando nací y las fotos y videos de mí a los tres años con una guitarra de juguete "dando conciertos" en el viejo departamento de mis padres podrían ser una prueba de ello.

Cantaba desde antes de poder articular oraciones correctamente, pero la música me provocaba una sensación que me llenaba todo el cuerpo y no podía evitar expulsar esa emoción haciendo uso de mi voz.

Aún así, nunca esperé que llegaría a dedicarme a ello.

Cantar era mi lugar seguro y aunque me encontraba a gusto compartiéndolo con grupos reducidos o incluso presentándome ante decenas de personas en el "Sunset", jamás se me pasó por la cabeza que llegaría a estar frente a una audiencia de esta magnitud.

Mientras subo los escalones detrás del escenario, siento en mis pies, a través de los tacones, el retumbar de los gritos y aplausos de miles de personas que esperan por mí, pidiendo que salga a dar un espectáculo en el que entregue el corazón.

Los escalofríos me recorren todo el cuerpo, mi piel se eriza al escuchar la ola de gritos, al punto que casi me dejan sorda.

Disfruto el nerviosismo.

Quiere decir que lo que estoy haciendo me importa. Que significa algo para mí.

Espero que esa sensación nunca se vaya, esa adrenalina apoderándose de mi cuerpo en los segundos previos a aparecer en el escenario, sabiendo que el público y yo crearemos magia.

El ruido se hace sordo y por un instante cierro los ojos y escucho los latidos de mi corazón mientras pienso en el camino recorrido hasta este sitio.

¿Cómo llegué aquí?

En gran medida, gracias a ella.

Lauren Jauregui. 

Never Be The Same - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora