herencia inesperada ★ kooktae au

12

Jungkook despertó primero como siempre. Taehyung aún dormía, sólo que frente a él y con la cara muy cerca. Con el sueño aún presente, se abrazó a él, enterrando la cara en su cuello y siendo abrazado de regreso.

Tenía entendido que cuando pequeño, la primera vez que durmió en una cama, su padre se quedó a su lado dejando que abrazara su antebrazo para sentirse seguro.

Y de allí tenía que dormir abrazando algo. Entendió el porqué lo encontraba abrazado a las almohadas.

—Bebé... despierta...— dijo con flojera.

—ni siquiera tu estás despierto...— respondió del mismo modo.

Dos flojos no queriendo levantarse.

—pero lo intento...— se despegó de su cuello para ver su carita somnolienta.

—ya voy, ya voy— bostezó casi tragándose la cara de Jungkook en el proceso.

—tu aliento apesta...— rió.

—el tuyo igual, por eso desperté. Parece que se te murió un animal en la boca.

—¿Quieres comprobar?

—deja de ser idiota y sal de mi cama a hacerme desayuno.

Jungkook volvió a reír. Dejando un beso en la frente de Tae.

—parecemos casados diciendo estas cosas.

Taehyung abrió los ojos y se encontró con los de Jungkook. Ahora que lo menciona, es cierto.

—realmente... ¿y eso es malo?

—eres legalmente mi primo, pero es solo un pedazo de papel— dio de hombros. —¿Por qué? ¿Te preocupa?

El moreno se puso nervioso. Tanto, que se levantó de una.

—recordé que es mi turno de hacer el desayuno.

—Taehyung... yo-...

—haré panqueques, tus favoritos— avisó antes de salir a las prisas de su propia habitación.

Jungkook volteó los ojos y suspiró. Escuchó la puerta y al ver quien era, se sentó mirando a los ojos de Somi.

—primero que nada— dijo al ver sus verdaderas intenciones detrás de ese rostro fingidamente serio. —no hicimos nada, solo le hice masajitos.

—¿y desde cuando eres masajista?— preguntó con la sonrisa sarcástica queriendo aparecer.

—desde que vi moretones en su cuerpo— apretó los labios al ver ahora la cara seria de verdad de su madre. —Tranquila, hoy le rompo la cara al infeliz.

—Jungkook, no. Deja me encargo yo.

—¿Quieres que te diga el futuro? Le dices al diretor; manda a llamar al tipo; este niega todo y salimos como idiotas mentirosos.

—Sino fuera porque estamos a mitad de año, los cambiaba de colegio.

—solo a Tae...

—Jungkook, sé que todos en la escuela te odian por lo que supuestamente le hiciste a tu ex— el rubio la miró sorprendido. —fue Jimin.

—agh, chismoso.

—mi informante más confiable— sonrió. —Ya, pero... no hagas nada. O hazlo y que nadie se de cuenta— llevó un dedo en medio de sus labios y le guiñó.

—veré, pero si me toca a Tae otra vez, no me tiembla el pulso para romper sus huesos.

—bien. Ahora— volvió al asunto principal. —¿te gusta Taehyung?

—¿Qué?— le miró incrédulo. —Somi-noona ¿como crees?

—Ah bebé, por favor— rodó los ojos. —lo cuidas como aguila desde que lo cargaste y llevaste a su cuarto. Además de que conviven mucho juntos, siempre le traes algo cuando sales y siempre, siempre, siempre le das besos en el cuello, en la frente, en la nariz, en su nuca...

—¡ok, Somi! ¡basta! Ya entendí, lo beso en todas partes— levantó un dedo. —Pero no en su boca.

—porque eres tonto, ganas no te faltan.

—que no me gusta.

—te re encanta y lo sé, te conozco como si te hubiera parido.

—pero lo hiciste...

—exacto, eso prueba más que tengo razón— le sonrió. —solo ve despacio, Tae es un chico que fue criado por mi hermano y créeme... Leo era bueno, pero al parecer era muy estricto con Tae y por eso que ahora es que está más suelto con nosotros.

—¿estricto? No dejaba que Tae hablara con chicos, eso es ser dictador— bufó. —y luego te quejas de porqué lo insulto cuando puedo.

—era mi hermano, obvio lo defenderé pero no sus actos— le tendió la mano para que la tome. —vamos a comer, bebé.

—claro, pero te vuelvo a decir que no me gusta.

—te encanta, ya entendí— sonrió socarrona y su hijo la empujó. Ella le dio un manotazo en la espalda haciendo que se note.

Jungkook le dio un ligero golpe en el hombro y ella lo empujó.

Se detuvieron.

—feo.

—vieja— salió corriendo y Somi tomó la chancla para lanzarsela. Acertando su cabeza.

—¡mamá, era broma!

—¡dejen de pelear!— gritó Tae al oír el bullicio.