Prologo

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Admiraba con esmero cada parte de su rostro, sus ojos paseaban por cada rasgo buscando memorizar cada línea, cada poro, cada pestaña, todo lo que le fuese posible. 

Viajaba desde los finos cabellos alborotados de color anaranjado, pasando por su frente ligeramente brillosa, sus cejas negras medianamente pobladas, sus ojos, oh, Buda, sus ojos eran la octava maravilla del mundo; aquel color tan inusual, ese dorado tan chispeante fácilmente se confundiría con la luz solar. Sus mejillas con ese ligero rubor durazno, quizá estaban tintados por el calor del salón; su nariz perfectamente perfilada, como si fuese tallada a mano por un escultor lleno de virtud; sus labios; tuvo que desviar la mirada unos segundos; sus labios le provocaban mil sensaciones, deseaba tanto acercarse a aquellos pétalos, poder tocarlos, sentirlos; miro de nueva cuenta a su compañero.

¿Cómo era posible que sus ojos brillasen aun estando la sala a oscuras?

Fue entonces que la luz volvió, lastimandole un poco los ojos, tuvo que tallarlos para volver a enfocar. Miró al frente, la profesora se hallaba a un lado del apagador mirandolo con preocupación.

- Mihou, les dije que se cubrieran los ojos. ¿Estas bien?

Asintió con rapidez, sintió las miradas enfocarse en él, pero una a su costado le causó más nervios. Ansioso bajó la mirada y carraspeó un poco. Otra vez se había enfocado tanto en Wukong que olvidó poner atención a la clase.

Una vez la atención fue devuelta a la profesora observó el cuaderno de su compañero de mesa. Había muchos dibujos y garabatos por toda la hoja, los pocos apuntes que había no tenían orden y todo estaba escrito en una tinta negra aburrida.

Rio internamente, definitivamente tendía que preguntar a la profesora por los temas de hoy.

Cuando la clase se terminó ambos se levantaron del asiento, siendo Wukong el primero en guardar todas sus cosas, aventando cada objeto en su mochila sin importarle mucho el orden de esta. Macaque en cambio tardó un poco más, debía acomodar sus cosas para evitar el desorden. 

Habiendo finalizado esta acción, el chico de cabello naranjo le regaló una sonrisa a su compañero.

- ¿Cuál es tu edificio?

- ¿Mi qué?

- Tu siguiente clase Mac, en qué edificio será.

- Oh, en el N. ¿La tuya?

- Una pena, voy al S.

Suspiró bajo, sabía lo que significaba, se iría sin su compañía. 

- Bueno, supongo que nos veremos después.

- ¡Claro! Nos veremos en un rato.

Con un movimiento de mano le dio la despedida.

Mihou miró al sol alejarse, sintió un pinchazo.

Bien, ahora debía ir con la profesora, tenía que estar al corriente.

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