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El viernes tenía una sola definición para Macaque.

Perfección

Ese día era el más añorado por todos los alumnos y maestros, era el último de la semana escolar antes de un descanso de dos días bien merecido.

Pero para el apiñonado era más que solo eso, era el día en el que asistía a su clase de teatro, la mejor del mundo.

En su taller podía desenvolverse en su totalidad, sí bien no interactuaba mucho con sus compañeros siempre hacía lo imposible por resaltar en el escenario.

Y él era un actor nato.

Además de que amaba bastante la sensación de que todos lo vieran y aplaudieran, de que lo adularan.

Cuando la clase terminó se acercó a su profesor, quien de inmediato sonrió por la presencia de su alumno favorito.

- Mac ¿Necesitas algo?

El pelinegro le sonríe con amabilidad, el hombre y él habían compartido innumerables charlas sobre el teatro y no solo eso, sino la fascinación por los papeles y escritores clásicos.

Para Macaque su profesor le había abierto una nueva visión de lo que quería hacer en un futuro, lo que estaba dispuesto a dedicar su vida restante.

Actuar.

- Bueno... verá, mi profesor de filosofía quiere que mi grupo vea la obra de fin de curso. Nos está enseñando arte y que mejor manera que con la belleza del teatro.

En esta clase Macaque hablaba sin pena, sin prejuicio y sin vergüenza. Está era su clase.

- Oh... sí, el profesor habló conmigo aunque realmente no le di importancia - murmura el hombre con algo de pena - Pero ahora sabiendo que es tu grupo con mucho gusto los anexaré.

Macaque sonríe y asiente, da las gracias y se va corriendo a su siguiente clase.

Bueno, primero irá a otro lugar.

Agitado se encuentra con Nezha y Chang'e en medio de la cafetería. Los mira a ambos con una suave sonrisa y se disculpa por llegar algo tarde.

- No te preocupes, la profesora acaba de avisar que llegará en una media hora más.

Responde Chang'e mientras le extiende al pelinegro una botella con jugo de naranja.

-Y yo gastando mi aliento, horrible.

El grupo comienza a caminar hacia su salón mientras escuchan a la pelinegra hablar de su enamorado, era algo irritante tomando en cuenta que el tipo era bastante cortante con ella, pero Macaque la dejaba ser porque sabía exactamente cómo se sentía.

Al llegar al salón se dieron cuenta de que estaba vacío, pero aprovecharon esto para sacar de sus mochilas las chucherías que habían traído.

El viernes era un picnic para ellos tres. Habían acordado llevar dulces o comidas para compartir y así pasar de mejor manera la clase, saltándose la regla de no comer claramente.

Pero era tan divertido.

Siempre reían hasta que sus músculos del abdomen se contrajeran en dolor o hasta que Chang'e se levantara para ir al sanitario.

Era gracioso.

Cuando la clase de estadística finalizó los tres se separaron para ir a su última clase.

Macaque tenía una sonrisa imborrable en su rostro.

Al llegar a su salón de ciencias vio a Wukong en su asiento jugando con su teléfono. Eso le robó una sonrisa a Macaque, tal vez el juego del ojidorado era muy divertido.

Se sentó y de inmediato el chico a su lado guardó su teléfono

- ¡Mac! ¿Qué tal tu viernes?

Macaque sonrió.

- Bastante bueno ¿Listo para las dos horas mas aburridas de tu vida?

Wukong se sonroja ligeramente, no es que ciencias fuera aburrida, para Macaque era realmente interesante pero si amigo solía dormirse a la mitad de las clases.

Era lindo verlo dormido, tenía muchas fotos mentales de eso.

- ¡O-oye! Basta de tanto odio a mi bella persona.

Macaque ríe suavemente y dirige su atención al pizarrón cuando la profesora comienza la clase.

Al final del día él podía caminar junto a Wukong hasta la salida, dónde se despedirían con un abrazo y el pelinaranjo caminaría hasta la parada del autobús.

Ese abrazo al final de la semana llenaba a Macaque de energía y amor, las emociones explotaban como fuegos artificiales en su alma y el color iluminaba sus mejillas.

Era muy lindo.

Después Macaque espera paciente a qué su padre pase por él.

Los viernes eran buenos porque su padre salía temprano del trabajo y podía pasar por él en auto.

Ambos ponían alguna canción rara de algún musical en el auto y cantarían todo el camino a casa, dónde su madre estaría esperandolos a ambos con la cena servida.

Los tres comerían y así Macaque se sentaría en el escritorio a hacer su tarea.

Su teléfono sonó y él lo revisó, era un mensaje de Wukong.

Una foto de el parque junto a la casa de su amigo, justo cuando el atardecer baña a todos con ese toque naranjo y amarillo que tanto emociona a Mihou.

"Hogar dulce hogar"

Añade ese pie intentando ser poético, lo que hace que el corazón de Macaque retumbe con fuerza.

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⏰ Última actualización: Jan 02 ⏰

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