Prólogo.

5.5K 387 38
                                    

Kinomoto Tetsuya cae desplomado sobre su escritorio cuando termina de trazar el último tramo de tinta negra sobre el papel. Tras él hay una risa distintiva.

Tetsuya ha sido un renombrado mangaka durante años. Lo que más celebró cuando despertó después de la petrificación fue librarse de los plazos de entrega de todos los mangas que tenía pendientes. Es por eso que se pregunta qué lo llevó a aceptar la propuesta de Senku, que lo ha mantenido viviendo al límite durante tres años.

—¡Esto es bastante detallado! —halaga Yuzuriha con amabilidad—. Has hecho un buen trabajo —dice con una sonrisa que no vacila ni siquiera cuando se encuentra con las pronunciadas ojeras del mangaka.

—Kukuku, al fin está terminado —Senku toma cuidadosamente el último tomo del manga cuando Yuzuriha termina de encuadernarlo.

—¡¿En cuál salgo yo?! —pregunta Chrome con emoción.

—¡Lo venderé por todo el mundo! —declara Ryusui chasqueando los dedos.

—No vamos a vender nada —dice Senku rascándose el oído.

—¿Entonces cuál es el objetivo de esto, Senku? —pregunta Taiju ladeando la cabeza con curiosidad.

El joven científico sonríe y se mete una mano en el bolsillo para sacar una Medusa. A su alrededor, sus amigos lo miran desconcertados. Chrome es el único que reacciona, sus ojos se ensanchan con sorpresa y luego sonríe con emoción.

—¿Vamos a hacer eso? —Jadea incrédulo—. ¿Funcionará?

—Funcionará al diez mil millones por ciento —asegura Senku.

...

Año 5738.

—¿Hm? ¿Qué es esto? —Chrome, uno notablemente más joven, parpadea al encontrar una piedra extraña entre sus piedras de colores. Su forma es similar a la de tres anillos enlazados—. No recuerdo haber recogido esto. ¿Para qué tipo de hechicería podré usarlo?

Está a punto de tomarla en sus manos cuando se da cuenta de un pequeño aparato junto a ella. Chrome lo toca y salta cuando el aparato vibra.

«Ciento diecisiete mil trescientos cincuenta y cuatro millones ochocientos noventa y tres mil ochocientos setenta segundos en el pasado. Nueve mil metros. Cinco segundos. Coordenadas previamente indicadas.»

—¡¿Q... Qué?!

Chrome salta con sorpresa, atemorizado por la voz incorpórea. No tiene tiempo para asustarse porque, en cuestión de segundos, toda la aldea Ishigami es absorbida por una onda de luz brillante.

...

Año 2019.

En distintas partes del mundo, inclusive en el espacio, aparece un pequeño dispositivo que desconcierta a todo aquel que lo encuentra.

Taiju se agacha para recoger la piedra que está inocentemente abandonada a los pies de la puerta del centro veterinario. Yuzuriha se acerca a él para mirar el aparato por encima de su hombro.

—¿Qué será eso? —pregunta con curiosidad— No parece ningún juguete.

Taiju frunce el ceño mientras mira del pequeño objeto a la golondrina petrificada en sus manos.

—Hay muchas piedras extrañas estos días.

Yuzuriha abre la boca para responder, pero una voz –que inmediatamente reconocen como Senku– suena entre ellos.

«Dieciocho mil quinientos treinta segundos en el futuro. Tres metros. Un segundo. Coordenadas previamente indicadas.»

Apenas tienen tiempo de reaccionar antes de que la piedra desprenda una ola brillante y ambos desaparezcan. En un parpadeo, Taiju y Yuzuriha se encuentran en el centro de Shibuya rodeados de cientos y miles de personas. Solo les toma una segunda mirada darse cuenta de que, más que personas, las figuras que los rodean son estatuas.

Hado | Watching Dr. StoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora