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Las hojas del enorme árbol de arce del jardín se mecían suavemente con la brisa del viento. Mientras el ocaso se iba apoderando del cielo en aquella tarde, resplandeciendo en la casa con aquel enorme jardín empedrado de piedras lisas y el estanque.

— Suzuë, la cena ya está lista, vamos a comer — llamó una joven de aproximadamente 17 años, a su hermana quien se encontraba sentada en el amplio corredor de la casa tradicional.

— Ya voy Saori — contestó para levantarse y ir a lavarse las manos para cenar.

Ambas hermanas se sentaron a la mesa a comer silenciosamente dentro de la amplia habitación. Hasta que la mayor rompió el silencio.

— Sabes, hubiera querido que al menos para nuestra última cena no trajeras ese uniforme puesto hermana.

— Perdón Saori — se disculpó la menor un tanto avergonzada — pero apenas volví de mi misión quise descansar un poco.

— Está bien — respondió en un suspiro — pero espero que te guste la comida, se que te encanta mi estofado.

— Si claro, la comida está bien pero — dijo para agachar la cabeza — ¿De verdad te tienes que ir a Tokyo?

Aquella pregunta quedó vagando en el aire por un par de minutos hasta que Saori rompió el silencio.

— Sabes que sí Suzuë, allá se que podré ganar más oportunidades que aquí. La época de la gloria de los samurais ya pasó, no hay un porque siga aquí — respondió mientras jugaba con sus dedos en la mesa sin mirar a la cara a la menor.

— Pero yo estoy aquí hermana, tal vez sí también te decidieras por seguirme, podríamos permanecer juntas — hablo nuevamente con el rostro mirando al plato.

— También podríamos estar juntas si tú quisieras acompañarme a Tokyo y dejar esta vida de cazadora de demonios, lo único que hace eso es ponerte en peligro — dijo para mirar con cierta tristeza a su hermana — sabes bien que papá murió por defender tanto aquel ideal de honor y lucha, realmente fue terco.

— Yo y papá teníamos ideas distintas, si bien lo entendía perfectamente nunca lo apoye del todo, además, lo siento, no puedo irme así como así — dijo para esta vez mirar a los ojos a su hermana — porque mañana, seré nombrada pilar de la organización de cazadores de demonios, perdón si no te lo conté antes, me lo dijeron hace un par de días.

Saori quedó atónita ante tal revelación, si bien ella nunca apoyo incondicionalmente a su hermana en su labor, tampoco ignoraba la información y detalles de la organización. Sabía que ser un pilar era el título más alto y un muy grande honor para un cazador, en especial para uno que era tan joven como su hermana de tan solo 13 años de edad.

Aunque en realidad no fue una sorpresa tan grande conociendo las habilidades de su hermana, ya que desde pequeña Suzuë fue entrando por muchos maestros en las diferentes artes de pelea y estilos de combate apropiados para los samurais, siendo un prodigio de la katana y naginata, pudiendo enfrentarse a ella siendo 3 años mayor, y estando a nada de vencerla. Además su hermana era muy inteligente, una estratega tremendamente audaz, una digna representante femenina del clan Hayashi.

Así es, ambas hermanas eran hijas de una importante familia como los Hayashi, un clan muy prestigioso que ganó fama en el periodo Edo, conocidos por su estilo de pelea, sabiduría y honorables guerreros, hombres y algunas valientes mujeres, llegando a ser considerado uno de los más ricos y poderosos del imperio del Sol Naciente. Pero como nada dura para siempre, con el pasar de los años, la fama de los prestigiosos guerreros samurai fue disminuyendo, hasta el punto en que la occidentalización del país Nipón dejó en el olvido a los samurai, las katanas perdieron el respeto que infundian, las armas de fuego occidentales ganaron más fama, y el mismo gobierno decretó que los samurais ya no eran necesarios, debido a la formación de la policía moderna.

°°CUANDO CESÉ LA TORMENTA°° - Muichiro x OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora