II

1K 147 9
                                    

El invierno había llegado de lleno, por lo cual a veces el bosque era un poco mas oscuro y la neblina lo cubría por las mañanas, caperucita tenia que ir mas veces con su abuela, para asegurarse que la casa estuviera caliente, siempre caminaba lo mas rápido posible, desde aquella noche no se dejaba de sentir acosada.

Se abrazaba a su abrigo rojo mientras sus botas esquivaban todo obstáculo en el camino, ella juraba sentir una respiración cercana, cada día era peor.

—¿Ale?

Caperucita pego contra el pecho del leñador en una de sus carreras hacia la casa de su abuela.

—Señor Min —se sujeto el pecho —dios que susto.

—Te ves algo nerviosa.

—Creo que he estado algo alterada, desde que han estado encontrando animales muertos me siento muy ansiosa.

El leñador le acomodo el cabello detrás de la oreja.

—No debes de sentirte tan asustada, no creo que termines de esa manera, no eres una presa de ese estilo.

—¿Cómo?

—Nada, ¿Te acompaño con tu abuela?

—¿No es molestia?

—Para nada.

Caminaron algunos pasos en silencio hasta que caperucita noto que el leñador tenia algunas manchas de sangre en su ropaje.

—¿Qué hacia a estas horas señor Min?

—Cazaba —sonrió de lado —conejos, llevo algunos a casa para la comida.

—¿Y dónde están los conejos?

—Haces muchas preguntas —se detuvo —llegamos, ahora entra, te vere después Ale.

El leñador se despidió, Ale entro a la casa de su abuela, fue a saludarla, esta tejía junto al fuego, cuando empezó a preparar la comida, se dio cuenta de algo.

¿Cuándo le había dicho al leñador donde vivía su abuela? 

¿Cuándo le había dicho al leñador donde vivía su abuela? 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Libro #1 Red (M. Y. G +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora