VI

1.2K 150 25
                                    


Caperucita se había salvado de estar totalmente en manos del lobo, pues se habían visto interrumpidos por otros leñadores del lugar, sin mencionar que estaba tratando de irse temprano, pues la tentación de Min Yoongi la estaba consumiendo, ya no quería resistirse ante aquella bestia, pero tenia miedo de que tan fuerte seria la caída una vez que le diera lo que deseaba.

Era un día algo frio, el viento era muy tenue pero el bosque se veía algo aterrador con toda la cantidad de neblina que había, su abuela estaba muy bien así que me dijo que se fuera a casa temprano pues no quería que mas tarde saliera con el clima así, llevaba una pequeña lampara de aceite que le encantaba pues no era pesada y alumbraba bien sus pasos.

Al caminar un poco un escalofrió le recorrido todo el cuerpo, solo quería decir una cosa.

Su depredador estaba cerca...

—Caperucita —siseo con esa voz gruesa entre gruñidos —dulce caperucita —nunca le habia de esa manera —¿Qué es ese dulce aroma pequeña niña?

No traía comida alguna, no sabia a lo que se refería, alumbro con su pequeña lampara el lugar mirando esos enormes ojos amarillos entre la neblina, solo parpadeo cuando las manos del leñador la tenían por la cintura apretándola contra él.

—Siento que a veces te gusta ser mi presa, ¿es normal que siempre andes sola en el bosque sabiendo que te acecho?

—¿Si estuviera acompañada me dejarías?

—No.

Dio una lamida desde la base de su cuello hasta la mandíbula, sus pezones reaccionaron ante aquella acción poco usual.

—Entonces no tiene caso que me acompañe nadie.

—Ya no quiero jugar a la presa y el cazador, deseo comerme a mi presa ahora.

Su cuerpo se sentía caliente al sentir el bulto contra su vientre, la alzo para ponerla contra un árbol.

—Espera...—suspiro al sentir una mordida en su hombro —no, es que no se puede, yo..yo..

—Se que es tu primera vez, pero no puedo esperar ese aroma, solo quiero destrozarte Ale.

La falda que traía fue alzada para buscar su ropa interior, con una fuerza que no se podía describir fue arrancada sin dudar, Ale se apoyo de los hombros del leñador para separarlo.

—Señor...es...

—¿Sucio? —saco su miembro acercándolo a la base, frotándolo contra esa humedad carmesí —¿Crees que un poco de sangre me daría asco?

Metió la punta escuchando el primer gemido entre dolor y placer, no sabia porque su cuerpo se sentía tan ansioso, ni porque el que la erección que estaba entrando dolía pero quería mas.

—Ese aroma es lo me esta provocando no tomarte en mi casa, en que este encuentro sea a mitad de la nada, podría lamer entre tus muslos y me correría con la primera lamida.

Se metió de golpe, Caperucita manoteo tratando de aferrarse a la espalda ancha del leñador, los gruñidos cubrían ese sonido húmedo que estaba haciendo el entrar y salir, estaba mas que lubricada pues su periodo estaba presente, la tomo de los muslos abriéndola un poco mas, Ale lloraba un poco pues el dolor era algo que nunca había experimentado, pero estaba mezclado con un extraño cosquilleo.

—Estas muy apretada, necesito estirarte mas, solo entra la mitad.

Abrió sus ojos al escuchar aquello, estaba segura que lo tenia por completo adentro. La recostó entre las hojas secas para abrir sus piernas aun mas y meter de nuevo la erección, el como su falo salía lleno de ese liquido carmesí, hacia que sus colmillos brotaran ansiando probar a su presa, la delicadeza no existía en este momento, caperucita lo estaba apretando tanto que el estallido dentro de ella no se hizo esperar.

El liquido caliente mas unas embestidas mas la hizo conocer el placer de un orgasmo de ese nivel, estaba tan llena, el ardor era cosa del pasado. Ahora quería saber que mas podía hacer el leñador con ella.

Algunas mujeres quieren al príncipe de los cuentos, caperucita prefería ser follada por el lobo.

Libro #1 Red (M. Y. G +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora