III

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—Tu madre entenderá que te quedes, está lloviendo demasiado.

—Lo sé, si me menciono que si no podía regresar era mejor que me quedara contigo, preparare tu cama y revisare que todo esté bien cerrado.

—Mejor toma un baño caliente, llegaste aquí empapada y no te hará bien.

Asintió, pero para eso debía salir por un poco mas de leña y calentar el agua, su abuela se había ido a recostar, los truenos eran sonoros y algo aterradores, pero a caperucita le fascinaba. El lugar donde se guardaba la leña estaba por fuera de la casa de su abuela, asi que salió quedándose fascinada escuchando la lluvia golpear el techo de la casa, cuando regreso escucho un nuevo sonido similar a un trueno pero era claro que no tenia que ver con la lluvia.

Ese estruendo se escucho de nuevo haciendo que Caperucita se exaltara y mirara hacia la espesura de la noche, un par de ojos amarillos fue lo único que diviso, sus piernas no se movían y aguanto la respiración.

Un lobo enorme de pelaje negro se asomó, ambas miradas se cruzaron, los colmillos relucieron al soltar otro gruñido más, moriría si no reaccionaba rápido, eso creía hasta que aquella bestia regreso adentro del bosque.

Entro a darse el baño, decidiendo no contarle a su abuela lo que acababa de pasar, no quería alterarla. Algo dentro de caperucita quería volver a ver al animal, pero el miedo seguía dominándola.

Su instinto de supervivencia no estaba tan dañado como creía. Se preparo una bebida caliente y se fue a recostar a la habitación donde solía quedarse en ocasiones, al entrar sintió una ventisca fría mirando que su ventana estaba abierta.

Te dije que corrieras Ale.

Te dije que corrieras Ale

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Libro #1 Red (M. Y. G +21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora