Mi Rei

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Aún recuerdo cuando empezaste a responder y reaccionar a mis comentarios, y empiezo a darme cuenta que ya en ese momento pensaba en ti. Realmente llamaste mi atención, estaba cautivado.

No sabía mucho de ti, pero lo que ya había conocido me tenía con la necesidad de conocer más...
El hecho de descubrirme cuestionando mi sexualidad, al no conocer la tuya, fue lo de menos. Empezaba a imaginarme al lado de la persona que se iba materializando con cada detalle nuevo que me permitías conocer.

Nuestras conversaciones se convirtieron en una especie de baile para mí. Uno donde temía dar un paso en falso y provocar que te espantes. Pero, al mismo tiempo, sentía que había sido el único baile en mi vida donde sentía que pertenecía.

Cuando aún no sabía si corresponderías a mis sentimientos, me preguntaba qué haría con mi existencia. Al fin y al cabo, yo planeaba elegir cuándo morir. Pero ese plan no iba acorde a lo que se iba construyendo en mi corazón: una vida junto a Ayanami.

Recuerdo el miedo, porque mi plan para morir en unos años era lo único seguro para mí, mi último bastión que mantenía protegido lo que había podido recuperar de mi ser, producto de los golpes del pasado.

Sentía que me extendías la mano, pidiendo que salte del camino donde estaba y que me guiaba a la muerte, para tomar el camino que podíamos caminar juntos.

A pesar del miedo, me diste esperanza para tomar el riesgo.

Y es que...

Yo llevaba años detestando la vida. No había una sola cosa que hiciera que quisiera quedarme en este mundo. Muy diferente es que tenga responsabilidades que mi honor me exige que cumpla.

Pero con el tiempo pude concluir la respuesta que en realidad tuve desde que me encontré enamorado de ti: la única vida que despertaba en mí el deseo de vivirla, era aquella en la que podíamos amarnos y construir nuestro futuro.

No me importaba lo que pudiera costar, las dificultades que se presentaran, los obstáculos que intentaran impedir que avancemos. Sentir tu mano sosteniendo la mía, tener la tuya y sostenerte firme. Por fin sentía que los pasos que daba me llenaban de ganas de continuar y dejaban de sentirse pesados.

Pensar en lo arrepentido que estoy al dejarme llevar por mis miedos hace que mis ojos se inunden...

De verdad en cada ocasión buscaba desprenderme tanto como pudiera de mi inseguridad. Lo conversaba contigo y trataba de hacer todo lo que estuviera a mi alcance para arreglar las cosas. Debí darme cuenta del daño que estaba provocando...

Me diste incontables momentos de felicidad que me hubiera gustado poder demostrar mejor cuánto los valoraba. Hubo incontables momentos donde me contuve de expresar todo el amor que por ti tengo.

No creo estar yendo a un destino fijo con estas palabras que te dedico. Quisiera decir que son para ti, pero ahora pienso que tal vez solo te harían enojar.

Solo...

Aún te amo...
Aún creo que nos merecemos un futuro juntos... Uno mejor, con todo lo del pasado superado.

Cuando me dijiste que ya no me amabas, me dolió...

Fue como extirpar todo el espacio que tu mundo había abarcado en el mío y hacerlo desvanecer.

He pensado, en estos días, si tal vez lo que ocurría era que ya no estabas enamorada, que estabas por fin en la etapa donde el amor era una decisión y no un sentimiento. Y si tal vez, fue por eso que ya no me elegiste.

Yo aún te elijo, porque al elegirte elijo la vida. Y la vida que elijo contigo es una donde podamos ser felices juntos, disfrutando del camino y sin preocuparnos tanto del destino. Porque donde sea que lleguemos, sabríamos sacarle provecho, uno al lado del otro.

Pienso que aún me amas, pero que lo negarás hasta el final.

No puedo concebir que se haya podido abandonar todo lo que construimos con tanta aparente facilidad y en tan poco tiempo.

Hubo muchas cosas que no pude ver en su momento, y muchas otras cosas que no pude hacer.

Hay aún muchas cosas pendientes entre nosotros, y de verdad me gustaría tener la oportunidad de concretarlas. Que nos dieras la oportunidad.

No tengo duda alguna de que, si tomaras el riesgo, si sostuvieras nuevamente mi mano, sería un honor pasar el resto de mis días demostrando que, aunque estar separados no estaba mal, recorrer el camino juntos era la pizca de magia que estábamos buscando en nuestras vidas.

Mi amor te pertenece solo a ti, Rei.
Mi último amor eres solo tú, Rei.
Vivamos la vida que ambos queríamos, mi adorada Rei.

Seamos felices, aprendiendo a vivir juntos.

Aprendiendo a elegirnos uno al otro cada día.

Siendo uno, aunque sigamos siendo dos.

Te amo, mi Ayanami.


Mi dolor en tinta escarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora