Orochimaru

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¡Saludos, queridos lectores!

Después de una semana de ausencia, vuelvo con las actualizaciones y me da gusto poder subir capítulo de esta historia n.n

Hoy ya he subido Sin destino e Inexperiencia, así que si siguen esas historias, ya pueden leerlas n.n

Sin hacer larga la introducción, los dejo con este capítulo n.n

Los  dolores seguían siendo fuertes, pero no tanto como para desmayarse, por  lo que al ver al chico entrar a su habitación pudo enojarse, pero no  expresarlo porque estaba acurrucada en su cama a causa del dolor

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Los dolores seguían siendo fuertes, pero no tanto como para desmayarse, por lo que al ver al chico entrar a su habitación pudo enojarse, pero no expresarlo porque estaba acurrucada en su cama a causa del dolor.

—No puedo dejarte sola. Aún no has dejado salir tu parte lobuna y eso significa que estarás vulnerable —el chico se acostó junto a ella respondiendo los reclamos que pasaban por la mente de la chica— Hoy, mañana y en la Luna llena, el dolor será más grande si no lo dejas salir. Relájate.

—¿Cómo voy a relajarme si mi padre seguro que te vio entrar a la casa? —dijo Karin enojada y con dificultad por los dolores.

—He estado contigo varios días, si quisiera hacer algo en mi contra, ya lo habría hecho —le susurró al oído mientras la abrazaba y jugaba con su cabello— Yo voy a estar aquí, con mi manada para cuidarla. No puedo sólo dejarte así.

—Eres...

Karin no pudo seguir reclamando y no precisamente por el dolor, sino porque entendía que era otra cosa de los lobos con lo que ella no iba a poder luchar. Es decir, si estando en sus cinco sentidos no pudo evitar que la dejara medio desnuda mientras él se le restregaba, definitivamente no iba a poder detenerlo mientras ella se retorcía de dolor.

Ella podía sentir como desperdiciaba fuerzas y energía tratando de echarlo de la casa mientras trataba de soportar esos dolores, y no tenía caso hacerlo cuando ni siquiera podía hacerlo por ella misma. Además, no podía evitar sentir confianza en él con cada día que pasaba, como si al acercarse a su transformación, él tuviera algún tipo de influjo sobre ella, pero eso sólo pudo considerarlo cuando los dolores terminaron al siguiente día y él ya no estaba, cuando se despertó, pues de nuevo su razón se veía nublada por él.

—No puedo creer que aún falten dos noches de esto —comentó Karin cansada de sufrir el hambre y el dolor que esa situación le provocaba, pero al mismo tiempo se sentía esperanzada de que ya faltaba poco.

—¡Karin! —Kabuto llamó a la puerta.

—Pasa.

—Prefiero no hacerlo. Sólo vengo a avisarte que padre quiere que vayas a recoger tus lentes tan pronto como tu novio se vaya y dice que vayas a su consultorio cuando los tengas.

—¡Aquí no...!

—¡Apúrate! —exclamó Kabuto sin darle importancia y Karin quedó completamente roja.

La marca del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora