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Acompañaste a tu esposo, Hades, caminando junto a él con los ojos llorosos. Te habías casado con él antes de que naciera Zeus, por lo que el mismísimo rey de los dioses te vio como una hermana mayor, al igual que Poseidón (aunque nunca lo admitirá en voz alta). Cuando la noticia de que Poseidón perdió en la ronda 3 llegó a tus oídos, lloraste por el dios. Hades tuvo que consolarte lo mejor que pudo, ya que no podía soportar oírte llorar.
"No tenías que venir conmigo". Hades habló, mirándote.
"Lo sé, pero no quería estar solo". Respondiste tomando su mano. Esto siempre traía una sonrisa a su rostro. Ambos llegaron a la sala vip, donde sus sobrinos Hermes y Ares estaban viendo las rondas.
"Ese es nuestro asiento". Hades solo tuvo que decirle una oración simple a Ares, quien inmediatamente saltó del asiento mientras gritaba. Tu esposo se sentó, mirándote.
"Ven a sentarte conmigo." Dijo Hades. Negaste con la cabeza, lo que molestó un poco a Hades, pero no insistió más. Te paraste al lado del asiento, observando la ronda actual con ojos nerviosos.
Observó cómo la criatura, Hajun, lentamente ganaba ventaja contra el dios que luchaba por la humanidad, Buda. Observas con anticipación, sintiéndote aliviado cuando Buda cambió lentamente las tornas.
"¡Tú eres el tonto aquí, gran patán!" exclamó Hades, sacándote de tu trance. Te alejaste sorprendido del volumen.
Sin decir una palabra, saliste, cerrando la puerta detrás de ti.
Te acercaste a la valquiria, Brunhilde, y le tocaste el hombro. La mujer de cabello oscuro se dio la vuelta. La más baja, Göll, hizo lo mismo, pero gritó cuando te vio.
"Saludos, Señora (T/n). ¿Qué la trae por aquí?" Brunhilde preguntó, sus ojos verdes clavados en los tuyos.
"Por favor, no hables una palabra de esto, pero..." Le susurraste el resto al oído. Los ojos de Brunhilde se abren como platos ante lo que dijiste, permaneciendo en su lugar mientras le palmeabas el hombro. Pasaste junto a las dos valquirias, tus pasos resonaban por los pasillos.
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En el momento en que una figura vestida de negro salió tras el oponente, todos los presentes estaban confundidos y conmocionados. Incluyendo Zeus y Odín. Habías vuelto a la sala VIP después de una agradable charla con Brunhilde.
El luchador humano, Qin Shi Huang, estaba confundido, pero rápidamente lo sacudió.
"¿Y quién eres tú?" preguntó Qin, señalando la figura. Suspiraron y sacaron su elección de arma.
"Eso no importa. Solo peleemos". Respondieron sin emociones, levantándolo en alto. Qin sonrió y se puso en posición de pelea. La figura empujó su arma hacia adelante, apuntando al hombro de Qin, quien desvió el golpe y se lo devolvió. El misterioso luchador fue enviado volando al otro lado de la arena.
Dices al lado de tu marido, mirando el partido con una pequeña sonrisa. Hades notó tu sonrisa y la vio extraña, pero la ignoró.
Todos vieron cómo avanzaba la pelea, la sangre se derramaba de un golpe a otro. Parte de la ropa que usaba el luchador fue cortada.
Cuando Qin apuñaló al luchador en el pecho, sentiste el mismo dolor. Qin movió la espada en diagonal, la sangre brotó del corte. Hiciste una mueca y te agarraste el hombro, llamando la atención de tu esposo.
"(T/n), ¿estás bien?" preguntó Hades, agarrándote antes de que te cayeras. Dejaste escapar unos jadeos temblorosos, incapaz de hablar correctamente.
"Lo siento, mi amor..." Susurraste, transformándote en líquido. Los ojos de Hades se abren ante el líquido, mirando la figura. El luchador se tambaleó hacia atrás, cayendo de rodillas. Se estiraron y se quitaron la máscara, riendo en voz baja. Hades sintió que su corazón se hundió cuando vio la cara.
"¿(T/n)?" El dios susurró en voz baja, con los brazos temblando. Caíste hacia atrás, demasiado débil para moverte por las heridas que recibiste. Al igual que los otros luchadores caídos, tu cuerpo comenzó a romperse como el cristal.
"Mi Hades..." Movió los ojos para ver a su esposo por última vez. Te las arreglaste para susurrar una última cosa antes de que te rompieras por completo.
"Por favor, perdóname... Te amo, mi amada..."
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