|Capítulo 5ʳᵉⁱ|

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Mis visitas al café no cesaron, aunque decidí vigilar desde fuera del lugar para no levantar sospechas de mi repentina presencia como nuevo cliente. Salvo por los ruidosos niños y un par de discusiones de vecinos, aquella zona era bastante pacífica. Lo que hacía mi labor más sencillo pero súper aburrido. Debido a eso, pensé en contar con un informante. El chico rubio del café me otorgará la información que requiero sin que sospeche de nada. Sólo tenía que esperar a que me contactara mediante ese número escrito. Según lo que leí, utilizar ese método de comunicación hace que el otro no dude en hablarte para cortar la intriga que lo recorre. Sin embargo, habían pasado un par de días desde que le dejé aquella nota y no tenía ninguna señal de él. Necesitaba hacer contacto para seguir mi plan.
Tal vez no vió el papel, o quizás no tiene intención de hablarme... aunque eso sería improbable, ya que el rubio se mostró muy abierto a tener una conversación conmigo. Mientras pensaba las mil posibilidades de mi plan, noté que aquel chico salió del café sujetando unas cuantas bolsas de basura. Parecía necesitar ayuda, así que decidí actuar. Bajé del auto y caminé hacia él.
-Disculpa, ¿necesitas ayuda?
Exclamé a sus espaldas. El chico volteó de repente con una expresión de asombro. Por poco deja caer las bolsas.
-¡Mierda, que susto!
Exclamó sobresaltado. Su mirada cambió después de unos segundos.
-Oh, eres tu. Perdón por maldecir.
Dijo con una pequeña sonrisa en su rostro sujetando con mayor fuerza las bolsas.
-Perdón por asustarte, no fue mi intención. ¿Te ayudo con eso?
Pregunté nuevamente señalando su carga. Él sonrió ampliamente y asintió diciendo.
-Un par de manos serán de mucha ayuda.
Me entregó un par de bolsas y caminamos hasta los contenedores para depositarlas alli.
-Gracias, Rei ¿no?
Exclamó con una mirada suave.
-Si. Me llamo Rei.
Dije asintiendo. Caminamos de regreso al local.
-Por cierto, estamos por cerrar ¿venías a tomar algo?
Exclamó dubitativo.
-Yo sólo pasaba por aquí. Vengo de unas tiendas cerca del café.
Dije inventado una mentira de último tiempo. En mi opinión una muy vaga excusa.
-Entiendo, pero si quieres beber algo no tengo problema en prepararlo.
Exclamó sonriente. Algo constante de este chico era que su sonrisa no abandonaba su rostro. Tenía distintas variantes, pero siempre estaba allí.
-No quiero causarte molestias, pero si tu insistes.
Los ojos del rubio brillaron. Sonriente me invitó a ingresar al local.

Como imaginaba, no había ningún cliente. Todo estaba ordenado. Los demás empleados se preparaban para partir.
-Kazuki, estamos cerrando.
Dijo uno de los compañeros del rubio mientras se ponía su abrigo.
-Vamos, Makoto. Debemos atender a todos los clientes.
Exclamó otra compañera guiñando un ojo. El rubio sonrió asintiendo.
-Yo me encargo de cerrar, no se preocupen.
Dijo Kazuki tomando las llaves del local. El chico llamado Makoto suspiró, y la otra chica soltó una pequeña risa y dijo.
-Espero que Kazuki no te aburra.
Ambos caminaron hacia la salida y se despidieron. El rubio me miró y dijo.
-No le hagas caso a Mel, sólo bromea.
Yo asentí sin saber que pensar de ello.
-Toma asiento donde gustes. Yo prepararé café.
Dicho esto, se dirigió hasta las maquinas de bebidas. Preferí sentarme en la barra que daba a esas máquinas. Estuvimos en silencio. Yo observaba cada movimiento. Su sutileza para preparar un simple café me causaba tranquilidad. Tras un par de minutos, nuestras bebidas estaban listas. El aroma entró a mi cuerpo pidiendo que probara aquel café. Una vez que lo sirvió en finas tazas, lo bebí sin dudar. Estaba delicioso. Se notaba que era bueno en su trabajo. Él también bebió gustoso.
-¿Pueso hacerte una pregunta?
Exclamó para romper con el silencio.
-¿Esa no es una pregunta?
Dije bromeando un poco. Si quería lograr algo con el chico debía ponerme a su nivel. El rubio río por lo bajo.
-Es verdad, lo siento. Empezaré de nuevo.
Bebió del café y carraspeó.
-Nunca te había visto por esta zona, desde ese día... ¿Qué te trae a esta parte de la ciudad?
Su expresión reflejaba intriga por mi respuesta.
-Después de aquella reunión, visité varias tiendas cerca de aquí. Puede que la amable atención de sus dueños me sedujo el bolsillo.
Exclamé fingiendo cada palabra de esa historia.
-No soy de aquí, pero me gustó más el ambiente de esta zona en comparación con mi ciudad.
Esa última parte puede que sea cierta. Las tiendas a las que acostumbraba a ir eran demasiado ostentosas y lujosas para mi gusto.
-Entiendo. Las personas que viven por aquí son muy amables, o en su mayoría.
Dijo el rubio riendo al final. Tomó del café y dijo.
-Ahora te toca preguntar.
Lo miré confundido. Debía ordenaras preguntas que tenía para hacerle. No podía hacer que sospechara de nada.
-Vamos, Rei. No seas tímido. De esto se trata conocer a alguien.
Dijo lo último de forma burlona. Su risita no faltaba ante aquellas pequeñas bromas.
-Bien... ¿Te gusta tu trabajo?
No sabía cómo iniciar, por lo que solté algo sin importancia sin pensar. Kazuki de quedó en silencio por unos segundos. Tenía la mirada baja. Parecía no querer hablar del tema, hasta que empezó a hablar.
-Me gusta mi trabajo. Atender a los clientes, hacer sus pedidos, en especial preparar el café con crema, pero...
Hizo una pequeña pausa antes de continuar.
-Creo que al final del día sólo lo hago para sobrevivir, es decir, tener dinero para vivir.
Dijo lo último un tanto desanimado. Bebió de su café hasta terminarlo. Sus palabras parecían sinceras.
-Aunque supongo que de eso se trata la vida, ¿no?
Dijo con una pequeña sonrisa. Sonrisa que fue fingida sin dudas.
-Ya lo creo.
Respondí para luego también terminar mi café.
-Bien, mi turno.
Exclamó con una expresión pensativa.
-¿Por qué tu mejilla parece no mejorar?
Dijo con un tono preocupante.
-¿De qué hablas? Mi mejilla ya está mejor.
Exclamé llevando mi mano a la mejilla golpeada. Él negó con la cabeza.
-Está igual que antes. Aún sigue esa marca rojiza en tu piel.
El rubio se acercó para observar con más detenimiento.
-Debes tratar esa herida con algo especial...
Dijo esto y se dirigió hasta sus cosas para buscar algo. Volvió con algo en su mano.
-Esto te ayudará a mejorar. Yo lo tengo por si me quemo en la cocina.
Se trataba de una crema. El rubio se colocó un poco en los dedos, me miró y preguntó.
-¿Puedo?
-¿Qué crees que haces?
Dije sin pensar alejándome un poco de él.
-No te preocupes, concidéralo como cortesía del café.
Dijo el chico sonriendo. Decidí no pensar demasiado la situación. Accedí asintiendo y quitando mi mano. Una mano del rubio sujetó timidamente pero con cuidado mi barbilla, mientras que la otra se deslizaba por mi mejilla. Su tacto era peculiar. Era tan suave y sutil. Sus dedos rozaban con cuidado mi piel. De reojo pude ver un par de pequeñas sonrisas en su rostro. Era una sensación reconfortante. El tacto de Kazuki era muy cálido, pero estaba petrificado ante lo que estaba ocurriendo.
-Listo.
Exclamó retirando sus manos de mi rostro.
-Si te colocas esto por los siguientes días de seguro mejoras esa mejilla.
Dijo guiñando un ojo ofrciendome la crema.
-Gracias, Kazuki.
Exclamé con una pequeña sonrisa en mi rostro. Él me devolvió la sonrisa.
-No es nada, Rei. Sólo prométeme que te cuidarás esa herida.
Dijo imitando un tono serio. Yo asentí, aunque en el fondo sabía que esa promesa no sería fácil de cumplir.

𝙍𝙚𝙛𝙪𝙜𝙞𝙤 ᴷᵃᶻᵘᵏⁱ ˣ ᴿᵉⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora