CAPÍTULO VEINTE.

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Por la tarde ya estábamos volviendo a Haldenmoss, Nara nos había permitido marchar. Al principio insistió en que me quedara, en hablar y aclarar las cosas, pero yo solo quería volver a casa, alejarme lo máximo posible de la Ciudad central y de todo lo que ahí había pasado.

Una parte de mí deseaba saber muchas cosas, pero estaba demasiado triste y decepcionada, que el solo pensar en permanecer un segundo más en ese lugar aumentaba mi cansancio y desolación. No podía dejar de pensar en Oliver, la culpa me carcomía y sentía como si mi corazón se hubiese marchitado. Si tan solo las cosas hubieran pasado de forma diferente, si no hubiera sido hija de Nerón, si no hubiese nacido o si Edward estuviera vivo. Todo pudo haber sido diferente, pero este era mi destino. Por eso es que no morí, no me convertí en un sacrificio, para pagar diariamente por todos mis errores. Por los de mis verdaderos padres y los míos. Mi destino, al parecer, era ser la villana, pero lo evitaría a toda costa.

Nerón había muerto, pero eso no me daba ningún tipo de satisfacción, pues al final de todo, las cosas no se remediarían, quizás se evitarían muchas muertes, pero eso no traería de vuelta a todos los demás que habían caído bajo los dominios del presidente.
Era casi seguro que muchos se pondrían alegres al enterarse de la noticia, pero otros cuantos estarían furiosos al saber que nunca recibiría un castigo y esa era una cosa más que agregar a la lista de errores que yo había cometido.

Al menos no tenía que vivir con la imagen de Nerón mientras moría. Al entrar de nuevo al comedor, Nara ya había ordenado sacar su cuerpo y el de Oliver. También había permitido que Eleonor y la madre de Marina se fueran con nosotros, y prometió que los cuerpos de nuestros amigos serían trasladados horas después y se les organizaría un funeral apropiado.

Para ser sincera, no me importaba de qué manera planeara el funeral; nada de lo que hiciera lograría borrar el dolor en mi interior o el daño irreversible que le provocaría a otras personas. Sí, habíamos recuperado a Eleonor, pero su familia seguía estando fracturada, el mundo seguía siendo un lugar oscuro y desalentador.

Nara también le había asegurado a Winston que le entregaría al therión que asesinó a su hija. Sabía que el hombre estaba furioso conmigo, pues le había arrebatado la oportunidad de acabar con Nerón, pero él no era así, no era una mala persona y no permitiría que ocurriera lo contrario.

Todo el trayecto de regreso fue doloroso, tenía un sabor extraño en mi boca; como si todos mis malestares y tristezas se hubiesen hecho líquidas y ahora tuviera que pasarlas a través de mi garganta.

Eleonor permaneció dormida en el asiento trasero, tras llorar desconsoladamente, por fin el sueño y el peso de todas sus emociones la vencieron. Al menos había salido algo bueno de todo esto y era el hecho de que la madre de Marina ahora era libre, y se podría reunir de nuevo con su familia.

Baje la vista y me di cuenta de que aún llevaba el vestido blanco, que ahora estaba repleto de sangre y mugre, toque mi mano para asegurarme que ninguna de mis heridas sangraran, tenía miedo de cometer otro error y asesinar a alguien por mis descuidos.

No podía dejar de pensar en Egan y esa era otra cruel verdad, lo había alejado para hacer lo correcto, para mantener mi promesa, pero seguir con eso se sentía demasiado mal. Tal vez solo necesitaba un par de días para poder pensar, para sufrir un rato a solas y desahogarme, organizar todas mis ideas y de alguna forma remediar, y compensar todo lo malo que había hecho.

Finalmente, estábamos en la entrada de Haldenmoss, todo estaba justo como cuando nos marchamos, pero no sabía si era a causa de todo lo que ahora sentía, que el lugar tenía un aspecto más sombrío; como si estuviera a punto de caer una tormenta.

La gente comenzaba a salir al escuchar el ruido de los neumáticos, probablemente era extraño para ellos ver un vehículo, pues tenía casi un año que habían desaparecido del pueblo. Miradas de curiosidad se posaban sobre nosotros. Éramos los primeros en regresar de la Ciudad Central, no todos seguían con vida, no todos estábamos completos, pero nuestra llegada significaba que las cosas habían cambiado, que quizás teníamos esperanzas. El tiempo no los diría.

Tal vez desde ahora muchos serían un poquito más felices, aunque para otros el volver aquí sería un recordatorio de todo lo que habíamos dejado atrás, de lo que nunca recuperaríamos. Por ahora solo esperaba poder ayudar a mis amigos a seguir adelante, sobre todo a Winston, y que Nara fuera mejor gobernante que su esposo, lo que era muy probable. Después de todo, Nerón era el malo de la historia, ¿O no?



Sangre CarmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora