Epílogo

13 3 4
                                    

―Entonces ¿Qué se supone que debería hacer?―Preguntó Nara al joven sentado frente a ella.

Ambos se encontraban en el que semanas atrás aún era el estudio de Nerón. El rubio se había despojado de su uniforme dorado, pues finalmente era libre de elegir un trabajo que deseará desempeñar. Su salud había mejorado rápidamente, pero aún tenía rastros de los golpes que Woodford le había propinado.

―No hay nada más que sugerir. Hice mi parte para ayudarte a acabar con Nerón

―Eso es solo la mitad―Dijo la pelirroja con voz seria―Te pedí que me trajeras a mi hija y ahora de nuevo está a kilómetros de aquí

―Jamás te prometí traerla―Respondió el rubio negando con la cabeza―Yo te di mi palabra para hacer lo posible por derrotar a Nerón y así salvar a mi padre. Si ella vino aquí fue por su decisión. De cualquier manera tú fuiste quien la dejó regresar a Haldennmos

―Si la retenía aquí, tendría sospechas de lo que estaba pasando realmente, pero ya es momento de que regrese y cumpla con su parte en todo esto. Así que necesito que la hagas venir y más te vale cumplir esta vez

―Yo ya no estoy bajo tus órdenes, mi padre está libre y nos iremos de aquí

―Claro que sigues mis órdenes, yo soy tu reina y desobedecerme, implica traicionarme

―¿Mi reina?―Cuestionó Egan con tono de asombro―¿Acaso perdiste la cabeza?

Nara observó al rubio de manera amenazante, adquiriendo una expresión que Egan nunca había visto, como si finalmente su verdadera cara saliera a la luz. El chico sabía que algo andaba mal y necesitaba salir de ahí cuanto antes e ir a Haldennmos para advertirle a Carmín sobre su madre.

―Te lo diré una sola vez Egan―Dijo Nara parándose de su asiento―Tráeme a Carmín o te prometo que ningún lugar te salvará de mi ira. Así que si piensas incumplir mi orden, será mejor que huyas, corre lo más lejos posible y llévate a tu familia. Porque te prometo que acabaré con cada uno de ustedes y no será de modo sutil.

―Qué tontos fuimos―Respondió Egan sintiéndose incrédulo―Todo este tiempo a quien debimos temerle fue a ti...

Sangre CarmínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora