Capítulo 2

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(Hace 20 años. Antes del encuentro con la bruja)

Hansel vagaba por el bosque caminando lentamente, con los ojos rojos y las mejillas hinchadas debido al llanto. De vez en cuando se detenía para escuchar extraños ruidos provenientes de la espesa vegetación que lo rodeaba. La única luz que tenía era la que se filtraba por las ramas de los árboles de la luna llena. El bosque de día parece mucho más amigable que de noche. El bosque mixto característico de Steine, compuesto por altos pinos y Hayas igual de altas pero más robustos y anchos. Los arbustos bajos como la vegetación alta dificultaban las excursiones a pie. Pero no es la primera vez Hansel recorre las grandes extensiones de árboles. Solía acompañar a su padre a talar los pinos o a buscar comida con su madrastra y hermana. Pero es la primera vez que recorre el bosque solo. Cuando se cansa, se sienta en las raíces sobresalientes de un Haya, o de algún árbol caído, para poder seguir.

Ya estaba amaneciendo cuando Hansel pudo ver de lejos los campos de trigo, que estaban aún más secos que la última vez que los vio. Aun así, casi llora de emoción cuando vio las enormes sábanas doradas que formaban los campos de trigo seco. Ya estaba en una zona que el conocía muy bien. Con la poca energía que le quedaba, salió corriendo en dirección a la ciudad. Cuando llegó, muchos se sorprendieron al verlo, otros lo saludaron, pero él los ignoró y siguió corriendo. Solo había una persona que quería ver en ese momento; a su padre. Su casa estaba alejada de la ciudad. Pero con la velocidad que estaba creciendo la población, en cualquier momento su casa sería parte de un vecindario. Entre medio de unos pinos, pudo ver el Haya que debido a su extraña forma y a sus bajas ramas, Hansel y Gretel pasaban horas jugando arriba. Finalmente pudo ver su casa. Llamaba a su padre frenéticamente, pero nadie contestó. Aparentemente, no había nadie en la casa. Se sorprendió al ver que la puerta no estaba cerrada con llave. Entró y vio que todo estaba desordenado y más descuidado. Fue hasta su habitación y ahí estaban las camas, la de el contra la pared y la de su hermana del otro lado. Se sentó en la cama de Gretel, por más mucho que lo intente, no entiende que fue lo que pasó. Estaban tan cerca de la libertad. ¿Por qué desapareció de la nada? ¿acaso fue la bruja ciega? ¿o simplemente no están destinados a tener un final feliz?

Un ruido en la cocina lo saca de sus pensamientos. De forma sigilosa, se acerca a la puerta para escuchar mejor. Oía los lloriqueos de un niño pequeño. Apareció por la puerta y vio a un niño más pequeño que él, que sus pelos anaranjados y ondulados le hizo acordar a su padre. Este dio un pequeño saltito al percatarse de la existencia de Hansel.

—¿Quién eres tú? —demandó Hansel.

—No me hagas daño —dijo el pequeño sin mirar a los ojos del más grande.

Hansel se suavizó al verlo tan vulnerable.

—¿Dónde están tus padres? ¿cómo llegaste hasta aquí? —usó el mismo tono de voz cuando tranquilizó a su hermana la primera vez que los habían abandonado en el bosque.

—No lo sé. Lo único que recuerdo es que estábamos mi mamá, mis hermanos y yo yendo a la iglesia del pueblo, y después aparecí aquí.

—¿No recuerdas nada más?

El niño niega con la cabeza. Si fuera otro, no le creería y lo sacaría a patadas de la casa. Pero Hansel hasta ayer vivía en una casa de chocolate con una bruja sin ojos que lo quería meter en un horno.

—No tengo a donde ir. Tengo mucha hambre ¡quiero a mí mamá!

—Yo también perdí a mi familia, mi padre debe estar en algún lado. Pero tenemos que ser valientes —Hansel se agacha a la altura del niño—, que te parece si trabajamos juntos, no descansaremos hasta encontrar a nuestra familia.

El niño asiente con la cabeza.

—¿Hace cuánto tiempo estás aquí, en la casa?

—hm, no lo sé, tal vez una semana.

Hansel y GretelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora