Capítulo 3

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(En el presente)

—Déjame ver si entendí —Dustin se inclina sobre su silla, pone sus dedos sobre la boca y cierra los ojos. Como si le hubieran tirado una biblia de información que tiene que procesar.

—A sí que, además de tener una enfermedad que te obliga a gritar y hacer gestos raros, también tienes una enfermedad que te dan muchas ganas de robar, y otra enfermedad que te dan ganas de correr cuando te pones nervioso.

Korey asiente de forma exagerada.

—Tengo un primo que tiene lo mismo —Dice un hombre de complexión grande pero bajito con voz chillona.

—Si, me parece súper lógico. Libérenlo muchachos.

—¿En serio? —pregunta Korey.

—¡Claro que no! No soy tan imbécil, imbécil—Exclama Dustin— creo que he sido demasiado generoso contigo muchacho. Y tengo el presentimiento que me has engañado desde el principio. No te miento, creo que hasta me caes bien. Pero necesito que nada le pase a ese libro.

—¿Tiene un valor emocional?

—Es más que eso. Es como una necesidad. Tal vez un impulso primitivo.

—Te juro que no tengo idea de donde está ese libro.

—¡Patrañas y más patrañas! —Dustin se levanta de golpe de su silla tumbándola al piso—Tu ocultas algo, y nadie saldrá de este bar hasta que te lo saque.

El gordito de la voz chillona habla nuevamente—Pero prometí ayudar a mi mama en...

—Nadie saldrá de este bar hasta que te saque toda la información.

—Me puedes arrancar los dientes uno por uno, atarme los dedos con un hilo hasta que se caigan por no tener sangre, pero no te puedo decir algo que no sé.

—Eso está por verse. Jamás me fallaron mis métodos —. Dice Dustin haciendo énfasis en el "mis".

...

La línea dorada de migas de pan lleva a Hansel fuera de los límites de la ciudad. Hasta una tumba con una lápida que en la inscripción tenía el nombre de "Jorge Snowold". Hansel se pone de rodillas frente a la tumba mostrando respeto. Pero maldice para sus adentros. Una joven con vestimentas blancas se acerca a la tumba. Hansel escucha los pasos y se da vuelta para ver quién es. La mujer es la que habla primero.

—Se supone que la tumba está encantada. Nadie debería de poder encontrarla a menos que tenga...

—Magia —Hansel termina la frase antes de ponerse de pie. La mujer le sonríe, se acerca a la tumba y deja caer una rosa roja como la sangre.

—Un pan mágico, con el poder de encontrar lo que sea solo pensando en lo perdido y arrojando sus migajas al aire. Dicen que lo preparaban con magia negra unas brujas buenas hace muchos años, para poder encontrar un lugar idóneo para asentar las bases de lo que hoy conocemos como Steine.

—Esa no es la verdadera historia. Pero sospecho que tú ya lo sabes ¿me equivoco?

—Algo me dice que no viniste hasta aquí para hablar de conspiraciones.

Hansel niega con la cabeza. —he venido aquí por magia blanca. Pero creo que llegué demasiado tarde.

La mujer mueve sus dedos haciendo unos movimientos gentiles, como los de una bailarina y la tumba desaparece.

—Yo creo que has llegado justo a tiempo. No eres el único que necesita de un amigo—La bruja le extiende la mano a Hansel quien le corresponde—, Madeleine.

Hansel y GretelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora