inyecciones

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Wednesday estaba prestando especial atención a la tarea que tenía en manos, debía hacerse con precisión quirúrgica,  no era la primera vez que lo hacía y no sería la última,  su pareja valía completamente la pena para aquel nivel de cuidado.

Enid no era ajeno a las inyecciones de hormonas, las había estado tomando desde que tenía dieciocho y las seguiría tomando hasta que fuera necesario, pero jamás había sido una persona que tolerará las agujas.

Algo un poco estúpido dado que había comenzado a tatuarse aproximadamente dos años después de iniciar su transición,  pero ese no era el punto, Yoko o Wednesday se encontraban con él en esos momentos y sostenían su mano cuando el dolor o la anticipación eran demasiado.

Independientemente de todo, disfrutaba la cercanía que tenía con su pareja cada que el proceso era hecho no tenía comparación, Wednesday lo miraba con adoración y amor por encima de todo, ser el punto de concentración de la vidente hacia que todo valiera la pena y la intimidad que tenían en esos momentos era algo que no cambiaría por nada.

Recordaba la primera vez que lo ayudó,  después de un pequeño proceso había sido capaz de comprar su testosterona por primera vez y eso lo había hecho saltar de alegría y besar a Wednesday con emoción, la única cosa que no había tenido en cuenta eran... las agujas.

Había sido algo vergonzoso el quedarse en el baño pensando en la longitud de la aguja que debía entrar en su piel, había respirado profundamente unas cuantas veces y se había acercado lo suficiente como para que la punta metálica perforara un poco el sitio pero... no, no pudo.

Así que llamar a Wednesday pidiendo ayuda había sido su mejor opción en el momento, la vidente lo había mirado con una ceja levantada pero había accedido sin problemas, tomando la jeringa y tapandola mientras procedía a lavarse las manos y desinfectarse lo suficiente como para no dejar lugar a infecciones ni nada parecido.

Así que ahora esa era la rutina, Wednesday se acercaría al tocador y sacaría la aguja y las hormonas, él prepararía todo mientras ella se lavaba y luego lo inyectaria mientras se miraban, así que lo hicieron.

Wednesday colocó su mano izquierda sobre el hombro desnudo de su pareja, haría pequeños círculos con el pulgar para distraerlo un poco y acercaría las hormonas lentamente mientras lo miraba a los ojos, Enid jamás desconfiaria de ella, lo habían hecho tantas veces durante los últimos dos años que era algo casi mecánico, así que devolvería la mirada mientras le sonreía a su novia con amor y dulzura.

Tras la inyección ambos limpiaron, con miradas furtivas cada tanto tiempo, Enid recogió su camiseta del lavabo una vez terminó y comenzó a colocarsela, la voz de Wednesday lo sorprendió desde la puerta del baño.

"Déjala fuera" habló,  el joven la miró con confusión mientras se sacaba de nuevo la camiseta azul cielo que se dstaba colocando.

"¿La camiseta?" Wednesday asintió.

"La vista actual me parece mucho más placentera" respondió la morena, el rubio soltó una risa ligera y asintió mientras descartaba la camiseta y se quedaba frente a la joven, quien avanzó hasta estar a dos pasos de él.

Sus manos acariciaron sus brazos y subieron por ellos hasta detenerse en sus hombros, viajando hasta detrás de su cuello y acercándolo lo suficiente como para depositar un beso profundo en sus labios, que él siguió con alegría mientras rodeaba su cintura y la acercaba más.

Las inyecciones no eran su fuerte, pero la retribución después de ellas era todo lo que necesitaba.

Trans Enid shenanigans Donde viven las historias. Descúbrelo ahora