14. No es un Monstruo

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La cena con las Dimitrescu transcurrió tan tranquilamente como el camino de grava que conducía al castillo.

—Mamaaaaa... —se quejó Daniela, en el segundo en que todas habían encontrado sus asientos. Lady Dimitrescu estaba obviamente a la cabeza, Bela a su derecha, Cassandra a su izquierda y Daniela a la izquierda de Cassandra. Desafortunadamente, te sentaste justo al lado de tu mayor enemiga, Bela Dimitrescu.

—¿Qué pasa, Daniela, qué quieres pedir ahora? —Lady Dimitrescu levantó una ceja, deteniendo la copa de vino que apenas había llegado a sus labios.

—...bueno...la pequeña humana me estaba hablando de Crepúsculo...

Su mirada se movió hacia ti y sentiste la presión física de eso.

—¿Sí?

—Y... ¡¿sabías que hay películas?! ¡¿Con color?!

Su ceja se torció. —¿Oh? ¿Enserio?

Al no sentir el tono de su madre, Daniela se emocionó más.

—¡SÍ! ¡Y son cinco películas! ¡CINCO! Y me preguntaba... —se calmó un poco— ... si pudiéramos ir tal vez... conseguir su 'computadora portátil'... ¡Creo que es un dispositivo mágico con las películas en él!

—¿Y obtener esta computadora portátil requiere que la humana abandone el castillo?

—Bueno... sí, pero-...

—Entonces mi respuesta es no.

—PERO MAMÁ, EDW-...

—Es definitivo, Daniela. Tal vez si hubiéramos podido confiar en que nuestra pequeña amiga humana no se escaparía, no estarías en esta situación tuya.

Daniela se volvió hacia ti con nada más que puro resentimiento en su mirada.

Gigantica no acaba de...

Angie te estaba contagiando demasiado.

No ibas a hacer que Lady Dimitrescu rompiera los lazos que apenas habías construido así.

—De hecho. —Interrumpiste, ganando la atención de todas—. Simplemente podría decirte dónde conseguirlo, puede que lo haya dejado en el carro del Duque. No tengo ningún problema con que ninguna de las chicas lo recupere si les gustaría ver algunas películas. Porque hay muchas más que podrían disfrutar.

La Dama dejó su copa sobre la mesa, entrecerrando los ojos.

—Oh, yo no haría que pasaran por tantos problemas como para-...

—No, ella dijo que estaba bien, ¡podemos ir a buscarlo! ¿Cierto, humana?! —Daniela te miraba de nuevo con una sonrisa.

—Por supuesto, Dani, la única razón por la que no podrías ir es si La Dama tiene un problema contigo yendo al pueblo por cinco minutos. Y no le impediría a Dani recibir el mejor regalo de su vida, ¿verdad, milady?

Lady Dimitrescu frunció los labios en una sonrisa bastante amenazadora.

—Ni en un millón de años. Ella puede ir mañana entonces.

—Bien.

—Excelente.

—Maravilloso.

Las dos sostuvieron la mirada de la otra, negándose a retroceder.

—Madre, ¿podemos empezar? —Bela habló, cortando la tensión que se estaba acumulando entre ustedes dos.

—Por supuesto, cariño. —Lady Dimitrescu tocó una campana y varias criadas entraron corriendo, con platos de comida, que parecían bastante raros.

¿Me escogerás siempre a mí? || Donna BenevientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora