Reencuentro

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Con el lento rigor de un día ajetreado, el sol se cierne sobre el mar de lugar donde crecieron mis lejanos días de joventud.
En el agua se reflejan cantos que nos traen de vuelta al ayer. Entre versos y sonatas que hacen de coro a nuestros nombres, sumerjo la fatiga y el dolor.
Tomo tu mano de vuelta tratando de que huyamos a matorrales de trigo dorado, o campos de flores amarillas,  incursionando en arboledas de mandarinas, probando el fruto dulzón de tus labios, grabando en tinta nuestras conversaciones, rezando por qué el tiempo vaya más lento.

Las nubes impregnan tu cabello cuando escalamos el Álamo al lado del río de las risas que no dudamos en compartir, pregonando riquezas aún con los bolsillos vacíos.
Con los días pasando, el verano acabando y sutilmente abrazándonos, juramos ante el Olimpo que la eternidad se encuentra allí donde nuestras almas se encuentren.
A tí mi amada que se viste con seda y perlas, que porta lanza y escudo, que anda descalza por los viñedos, que no duda en tirarse directo a mis brazos, mantengo en cintas de vídeo, esperando que nuestro último encuentro no sea por última vez, que no digamos te amo por última vez.

Que nuestros pies nos guíen a la luz tras el oscuro túnel, para recargar nuestros rostros en el hombro de la otra, tocando cuál arpa la clavícula, la mejilla y la espalda tratando de no titubear, de que el latido de nuestros corazones no haga evidente el nerviosismo de la primera vez que nos vimos contener el aliento.

Como queriendo no terminar la velada, como deseando no parar el vals del cortejo ansioso de dos entes que se desean, rozamos nuestros dedos en una silenciosa despedida, temiendo terminar por romper a llorar, y con el lento rigor de un día ajetreado, danzamos bajo la luna y el mar una sonata del más puro de los encuentros de una noche silenciosa dónde dos amantes se volvieron a encontrar.

De Una Odisea y Otros SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora