Entrada 1: Amaltea y el hombre de Ceres

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Historia por:  autumn-may


AMALTEA Y EL HOMBRE DE CERES

Estación espacial: Lun4 C4li5t0 

Orbitando entre el cinturón de asteroides y Júpiter 

Distancia de la Tierra: 890.83 millones km

Amaltea, una joven híbrida, llamada, así como una de las lunas de Júpiter, se encontraba mirando el infinito universo desde el ventanal de su pequeña habitación. Como todas las chicas de su edad, estaba a pocos pasos de graduarse para elegir una de las ramas que tenía el instituto tecnológico de biodiversidad.

A Amaltea siempre le había llamado la atención el espacio y sus miles de planetas, no solo los que conocían, sino los que se escondían en galaxias inhóspitas y donde ningún hombre pudo atravesar aún.

Su planeta tierra, su hogar natural, había sido devastado por un asteroide que impactó con la tierra haciendo desaparecer la mitad del planeta. Tal fue el suceso, inesperado para muchos, pero siendo advertido por otros también, que varias familias tuvieron que ser acomodadas en la estación espacial que se encontraba cerca de Júpiter.

Lugar de procedencia de su padre, quien muchos años atrás llegó a la tierra como intercambio de colonias terrestres y extraterrestres, o, mejor dicho, colonia terrestre con colonia fuera del cinturón de asteroides, la intención de aquel programa era conocer nuevas culturas y ver si sus vínculos podían tener buenas relaciones para trabajar en el proyecto de células combinadas; humanas y jovianas. Y, en ese intercambio de colonias, se conocieron sus padres, en la tierra, él, un joviano llamado Tione, y ella, una humana llamada Sofía, ambos bioquímicos, ambos miembros académicos del instituto tecnológico de biodiversidad, donde estudiaba su hija.

Amaltea quería ser como ellos, bioquímica, poder contribuir con el proyecto nuevo del cual había escuchado detrás de las puertas cuando sus padres conversaban por horas.

La joven híbrida, era el calco de su madre, pero con rasgos de su padre, el cabello del color del fuego, los ojos color miel con destellos amarillos, orejas pequeñas y el color de su piel característico de los jovianos, un rosa pálido.

La chica bajó la mirada a su teléfono móvil al ver que había recibido una notificación de mensaje, tomó el aparato de acrílico, ya que reflejaba proyecciones holográficas y su amiga apareció fuera de la base del dispositivo;

—¿Cómo te encuentras, amiga? 

 —Bien, aunque un poco shockeada con la respuesta que me dio el chico que me gustaba. 

 —Ese no es para ti, siempre te lo dije, sé que te gustaba, pero Benjamín no está a tu altura. 

 —Él mismo me dijo que no iba a salir nunca con una híbrida que no se sabe todavía qué es, si humana o joviana. 

 —Ay, claaaro, como si fueses la única persona híbrida dentro de esta estación espacial. 

 —Ese es su pensamiento un poco raro, ¿no? No puedo ocultar mi apariencia y tampoco me disgusta ser una híbrida. 

 —Su cabecita de termo jamás va a cambiar, así que, deberías dejar de pensar en él, ¿qué haces? 

 —Veo el universo, ¿no te intriga, Eugenia? ¿No quisieras conocer otros planetas? ¿Poder buscar artefactos, piedras o incluso poder cambiar la biósfera terrestre del planeta que investigues de galaxias fascinantes o del sistema solar? 

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