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Es la voz de su mejor amigo quien logra romper aquella burbuja luctuosa. Se hallaba, como muchas otras veces cuando les otorga a sus pensamientos gobernar inclusive por sobre el resto de sus sentidos, ensimismado memorizando las calles del pueblo apenas visibles que rodean a la iglesia desde la ventana de su habitación. Era algo incorregible en él pues no podía eludir aquel cautivante susurro incitador a descubrir el mundo, de redimir aquel cautivo anhelante que por alma tiene y caminar sin temor a unos azotes como consecuencia de su incesante curiosidad, singularidad que por ser humano posee.

—¿Cómo me veo?

—Pues te ves bien —Taehyung se aleja de la ventana para acercarse a Jimin, envolviendo sus brazos a la par en un cálido abrazo. A su compañero lo cubría una túnica blanca como la nieve que caía hasta cubrir sus pies— Te ves muy... Pulcro.

—¿Cierto? Creo que jamás me he sentido tan limpio.

—La única ropa que conozco es de color negro o marrón, supongo que algo de blanco entre tanta oscuridad te hace sentir diferente —el castaño toma asiento al borde de la cama de la litera; palmea a un costado de él y Jimin lo acompaña—. Dime, ¿hay algo que quieras para tu cumpleaños?

El contrario ríe con cierta ternura— Tae, nunca nos hemos regalado nada.

—Lo sé, pero es tu cumpleaños ¡Además es tu bautizo!

Aquel día no era de relevancia porque uno de sus estudiantes cumplía un año más, específicamente preparaban inmensa celebración debido a que, para la iglesia, aquel chiquillo ha alcanzado la edad madura, suficiente para ser entregado a Dios como uno más. A sus dieciséis años frescamente cumplidos, se consagra el bautizo para la remisión de sus pecados. Evidentemente era de esperarse que el pequeño y rebelde Taehyung tuviera algo que debatir con respecto a la ceremonia y la nula elección que se tiene sobre la vida propia pues piensa que una unión como esta no era algo que se deba tomar a la ligera. Consideraba que debía ser una decisión naciente desde la profundidad del corazón, más no por imposición.

—A ti no te interesa el bautizo, Tae.

—No me importa, pero a ti sí. Por eso quisiera hacer algo especial por tu día —el castaño tome las manos de su amigo con cariño, le sonríe—. Dime algo que quieras.

—Ay, Tae. No hay mucho que podamos hacer, o algo en específico que puedas regalarme. Estamos encerrados aquí.

Taehyung suspira frustrado. Era cierto.

—Pero, aun así, en un caso hipotético, si pudieras pedir algo, lo que sea, ¿qué seria?

—Mmh... Tal vez ese pan dulce que los de la iglesia Norte trajeron cuando nos visitaron —Jimin mira al suelo, recordando aquel día—. Fue lo mejor que he probado en mi vida

Tras lo mencionado, el castaño no pudo resistirse a la idea que se le cruzaba por la cabeza. Sus ojos divagaron una vez más por la ventana, observando parte del pueblo que le ofrece la vista ya tan conocida de memoria; procesa, y por más que piense y sea consciente que su cabeza es un campo abigarrado que hasta el momento no lo ha llevado a ningún buen lado, siempre hallará una flor silvestre que será suficiente para apaciguar su tormento y se vuelva su consuelo.


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Durante el día las clases fueron canceladas pues todo el mundo se encontraba ocupado organizando con destacable minuciosidad la ceremonia que sería llevada a cabo al atardecer. Hace ya rato Jimin había desaparecido de la vista del castaño, quien se hallaba en el baño debatiéndose si su plan es lo más brillante que se le ha cruzado por la cabeza o lo más desquiciado jamás pensado. De todas formas, agradece no tener que encerrarse en un aula, más allá que es el día perfecto para reflexionar, sus hombros se alivianan tan solo recordar no tener que verle la cara al padre Bogum, pobre hombre que por alma yace la podredumbre más lastimosa que alguna vez el inexperto castaño haya visto.

Perversión 𝄀 kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora