Oscuridad. Como niños son asemejados pues se les inculca que el miedo a la oscuridad debe ser parte de su vida como supervivencia. La noche es tenebrosa, no obstante, no es la negrura a la que tanto pavor se le tiene, sino a lo que se esconde en ella.
Pero como si fuese parte de algún contraste, entre tanto repudio, debe existir un bienaventurado que comience con la duda. Es bien sabido que el ser humano suele comportarse como ovejas; no son más que un rebaño persiguiendo algo. Ni ellos saben el qué, pero se ciegan creyendo ser felices dentro de su ignorancia. Porque irónicamente los ignorantes son los que más gozan de felicidad. Aquello se debe a que no piensan. No se atreven a poner en duda los pilares que alguien más construyó, cierran su mente y se dejan caer. A esos también se les llaman cobardes.
Pero tampoco se les puede condenar si el miedo es lo único que conocen.
Aunque alabado sea aquel que opte construir una visión distinta al rebaño, pues entre tantos idiotas es difícil sobresalir. Porque por más que uno destaque, incluso convirtiéndose un punto rojo entre tanto blanco, por el simple y complejo hecho de ser diferente van a destruirte.
Zas.
La varilla de madera es estrellada contra la mano de Taehyung. Este junta sus labios, más no emite ruido alguno.
—¿Es usted deseoso aún de saciar su reprobable duda? —el sacerdote comienza a dar círculos al rededor del pupitre del muchacho, expectante. Únicamente lo ve agachar la cabeza. Nada nuevo, dice el hombre para sí, desaprobando aquella repetitiva actitud del menor— ¿Cuándo será entendedor que esta conducta suya le dejará muchas cicatrices en sus manos?
Taehyung contiene la respiración cuando el hombre recorre su espalda con la varilla, queriendo verse parsimonioso. Sus hombros son rozados al igual que su cuello, y anhela gritar. Le pican las manos y no precisamente por sus heridas. Finalmente, aquel palo de madera es ubicado en su mentón, alzándolo, sus ojos viéndose obligados a observar al padre Bogum desde su silla.
—Veo que ya no gusta hablar —el hombre desciende su mirada a las manos del chico, heridas abiertas y cicatrices dándole la bienvenida a tal vista. El lugar se hallaba sumido en silencio, el resto de la clase mantenía sus ojos en el suelo. El sacerdote junta sus manos tras la espalda, mira a Taehyung con altanería antes de finalizar: — Esa actitud desafiante no lo llevara a ningún lado. A ninguno bueno, al menos.
Y frente al silencio del muchacho, rendido, la clase siguió.
[✝]
—¡Auch! Jimin, eso duele.
—Si no fueses tan respondón, no te dolería la mano.
Taehyung giró los ojos, permitiendo al fin que su amigo le cure la mano. Jimin la toma con delicadeza, procurando no rozar demás alguna de las heridas de su amigo; sintió pena al momento de centrar sus ojos en aquella piel, rota por los castigos que por su mal comportamiento recibía. Y él lo entendía. Comprendía que por naturaleza florecerían dudas y no estaba mal querer descubrir una parte del mundo que tanto se empeñan en ocultar, sobre todo cuando su vida se halla envuelta únicamente en aquellas viejas paredes de la iglesia. Sabía que su amigo no estaba mal, pero a diferencia de él, por más dudas que tuviese, callaría.
Llevo su pañuelo bañado en alcohol hacia las heridas de Taehyung, quien quiso quejarse, pero por costumbre guardo silencio.
—No lo entiendes, Jimin. Yo tampoco lo hago, pero ¿no tienes preguntas? Creo que es normal tenerlas, no pueden golpearme toda la vida por querer saber.
—No deben, Tae, pero lo hacen —Jimin aparto un momento el pañuelo para soplar sobre la mano de Taehyung—. Sé que eres muy preguntón, pero mira la situación en la que estamos. Mira incluso cuánto tiempo llevas así —Taehyung inevitablemente miro su mano, apartando sus ojos de allí de inmediato. Su mano era horrible—. No tienen compasión por más que recibas azotes todas las clases. No paran, aunque estés sangrando aún. ¿No ves que no vas a lograr nada más que seguir lastimándote?
Taehyung agachó la cabeza cuando sintió sus ojos picar. No lo comprendía. No le entraba en la cabeza por más azotes que se le dieran. Él ansiaba hacer una distinción entre tanto gris, quería que el mundo que conocía también tuviera el privilegio de la duda. Pero lo callaban. Era curioso, lo reconocía, tal vez más de lo pertinente. Rodeado de gente que te hace sentir diferente, ajeno, quizá porque lo era. Se hallaba frustrado, se sentía hundido por toda la carga que a su pecho lo consumía, pues no es solamente la resolución a unas cuantas dudas que por ser humano tenía, sino al encierro al que fue sentenciado.
Todo se remonta cuando la oscuridad comenzó a provocar miedo, inclusive en adultos. Inició cuando en la negra noche nacieron de la tierra seres privados de luz a cometer atrocidades contra el pueblo. Hubo un tiempo donde matar era lo único que hacían, ocasionando una notable baja entre las personas. Pero la iglesia se encontraba intacta. Los sacerdotes se aprovecharon de la desgracia tras sus puertas y recogieron niños que vagaban sin rumbo por las calles -claro que solamente a los que estaban más grandes-; a los bebés los compraban de familias coronadas con el infortunio, siempre procurando que la madre no haya sido violada por alguno de los monstruos que gobernaban ya las noches. No querían un cambión entre ellos.
Entre las paredes de la iglesia fueron encerrados, otorgándoles una educación general bastante limitada con la intención que sean fieles sucesores ignorantes de la casa. Se les privó del mundo exterior, de los libros y el conocimiento. Lo único que conocen a la perfección es el término de Dios. O eso es lo que creen.
—¿No te gustaría conocer el mundo, Jimin?
—¿Qué estás diciendo ahora, Tae? —este lo miro preocupado. Estaba harto del abuso que se solía infringir dentro de la iglesia, pero no podía soportarlo cuando aquellos golpes iban dirigidos a su mejor amigo. Solo quería que parara— Mira, Tae, evita meterte en problemas, ¿sí? Sobre todo, con el padre Bogum.
Taehyung ladeo su cabeza— ¿Por qué exclusivamente con él?
—N‐no lo sé... Creo, según yo, que te mira u-un poco raro.
—¿A qué te refieres Jimin?
Silencio. Taehyung vuelve a preguntar.
—¿Jimin?
—Nada, olvídalo. Tal vez solo estoy imaginando cosas.
Luego de aquello ambos permanecieron callados mientras Jimin terminaba de limpiar las heridas de su amigo. Ambos se sumergieron en sus pensamientos, dejando que la hora de descanso transcurra sin muchas más vueltas. Sentados en el suelo del baño rogaban porque no entrara ningún superior a vigilar pues a Taehyung se le había castigado con silencio. Ninguno de sus compañeros tenía permitido hablarle a menos que quieran recibir unos cuantos azotes. Sin embargo, allí se encontraba Jimin, jugándose el día sin importarle a cambio recibir una golpiza si lo llegaran a descubrir.
Park Jimin, muy diferente a Taehyung. Aplicado a la religión que se le implanta, entierra sus sentimientos por el saber para aparentar ser algo. Algo dentro de lo que conoce. Porque se pone la piel de cordero ansiando ver más de lo que la ventana de su cuarto le permite. Muy diferente porque en comparación de su amigo, teme. Le aterroriza no encajar, le da miedo los sacerdotes; siempre mira hacia el suelo e ignora las reprimendas que suelen dar, lo insignificante que los hacen sentir. Por aquel disfraz que Jimin ocupa es que todos lo conocen por su historial intachable. Porque por el contrario de Taehyung prefiere no preguntar. También es un cobarde.
Pero por más que a Jimin le diera miedo esa varilla de madera que todos los sacerdotes llevaban consigo, no podía dejar a su amigo solo.
—Listo. Intenta no hacer más preguntas por hoy, ¿sí? —es Jimin quien se acerca más a Taehyung, guardando el pañuelo en su bolsillo; se arrodilla frente a él, enredando sus dedos en el cabello castaño de su amigo, atrayéndolo para que sus frentes choquen. Paz. Taehyung sintió tranquilidad por primera vez durante la jornada y pudo relajarse, ya que estando en brazos de su amigo logró concebir aquella burbuja que lo sacaba de sus tortuosos pensamientos— Yo te voy a cuidar, pero pórtate bien lo que queda de día.
Taehyung quiso llorar.
.fleur
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Perversión 𝄀 kooktae
FanficRincones gobernados por las tinieblas, seres ocultos tras las sombras, en espera de atacar y arrancarle la vida a quien sea que se encuentre vagando por la noche. Donde todos se esconden de la oscuridad. • Contenido explícito, mención de diversos ti...