Capitulo 21 (El Prisionero De Azkaban)

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Al día siguiente, Edrielle caminó hacia el Gran Comedor en el cual resonaban las risas de los Slytherin. 


Draco hacía una parodia de lo que parecía ser el desmayo de Harry.


- ¡Eh, Potter! –gritó Pansy-. ¡Potter! ¡Que vienen los dementores! ¡Potter! ¡Uuuuuuuh!


Edrielle solo negaba al ver lo tonta que se veía Pansy haciendo eso.

Por la puerta del comedor entró Hagrid con una enorme y reluciente sonrisa. En sus manos traía un turón muerto que se balanceaba de un lado a otro.


- ¿Listo para dar clases profesor? –se acercó Edrielle sonriendo.

- ¡Muy listo! ¡Listísimo!


Sonrió aún más y se alejó hacia la mesa de los profesores.


Tocaba adivinación en el último piso de la torre del Norte. Edrielle terminó rápido el desayuno y salió junto con Hannah y Ernie.

Seguía a la multitud de alumnos que iban a la clase de adivinación, ya que estaba perdida. Tres años en Hogwarts y aún no conocía el castillo por completo.


Subieron unas estrechas escaleras de caracol, eran demasiado largas y de tanto subir y subir, ya todos iban mareados. Ernie dio un grito de emoción cuando por fin llegaron.


En el techo había una trampilla circular con una placa de bronce en la cual decía: << Sybill Trelawney, profesora de Adivinación. >>


- ¿Cómo vamos a subir ahí? –dijo Harry.


Como respuesta, la trampilla de abrió dejando descender una escalera plateada. 

Un silencio invadió el lugar. Nadie quería subir de primero, pero finalmente Harry lo hizo.


El aula parecía un salón de té. Veinte mesas circulares y pequeñas se apretujaban dentro del aula, todas estaban rodeadas por sillones tapizados con tela de colores y de cojines pequeños.


Una luz tenue y roja iluminaba el lugar.


- Que....extraño –dijo Hannah tomando el brazo de Edrielle.


Las estanterías de las paredes circulares estaban llenas de cabos de vela, plumas polvorientas, muchas bolas de cristal y una gran cantidad de tazas de té.


- Bienvenidos –dijo una voz-. Es un placer verlos por fin en el mundo físico.


Edrielle se giró asustada ante la repentina aparición de la profesora Trelawney.

Era muy delgada, usaba unas enormes gafas que aumentaban excesivamente el tamaño de sus ojos. De su cuello colgaban innumerables collares y tenía las manos llenas de anillos.


- Siéntense niños míos, siéntense.


Indomable (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora